En el chupinazo de hace medio siglo, los músicos nos situábamos holgadamente en la plaza abarrotada en un amplio espacio rectangular sorprendentemente respetado. Tras el cohete salíamos en el orden que señalaba el Ayuntamiento. El de 1944, que tengo a mano, fue: Gaiteros de Pamplona, Gaiteros de San Sebastián, Gaiteros de Estella, Banda de Txistularis de Pamplona, Banda Militar, Banda del Sr. Bravo y Banda de Pamplona. La Pamplonesa solía comenzar con un pasodoble. Se pensó que lo adecuado sería iniciar la fiesta con una música autóctona. Los txistularis municipales, con Policarpo Garay al frente, propusieron a la Pamplonesa tocar conjuntamente un pasacalles con arreglo musical para banda y txistus afinados en fa sostenido. Se trataba de la Biribilketa del compositor tolosarra Manuel Gainza Plazaola (1885-1943). Las partichelas las escribió Manuel Turrillas. Para compensar el desequilibrio sonoro se fueron incorporando de manera voluntaria otros txistularis pamploneses en refuerzo de los municipales y de los tolosarras contratados desde 1912. La algarabía, la presión creciente de la masa y el riesgo físico por impacto de objetos lanzados obligaron a los músicos a refugiarse en el zaguán. Durante cuarenta años hemos tocado la Biribilketa de Gainza a puerta cerrada. Hasta este año.
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