El otro día oí unos ruidos extraños desde mi casa. Recordaban el golpeteo de una txalaparta. Al bajar a la calle pregunté a los obreros qué era eso y me dijeron que se trataba de una prospección, mi pensamiento se aceleró ¡petróleo! y frenó cuando terminaron la frase "porque dicen que van a hacer un aparcamiento". Ya había oído hablar de ello pero como siempre me ha parecido un despropósito quise borrarlo de mi mente. ¿Hasta cuándo vamos a soportar las chapuzas en Pamplona-Iruña? El aparcamiento que se propone es en la calle Sangüesa, una calle con árboles, cercana a la plaza de la Cruz, con un enorme centro de Secundaria al lado y que forma parte del Segundo Ensanche.

Pamplona es una ciudad de tamaño mediano, por no decir pequeño. Si el casco antiguo es pequeño, aunque sumemos los Ensanches, el conjunto es de un tamaño que se puede recorrer con facilidad, a pie, en bus, en bici, y en algunos casos en sillas de ruedas. Por cierto, todos ellos son cero emisiones. Y digo que es una chapuza porque en esta zona estamos rodeados de aparcamientos; Carlos III, calle Olite, Merindades, Baluarte, Audiencia no cito todos porque aburre. Y sigue siendo una chapuza por el enorme gasto, no solo de dinero, sino también energético que supone todo el conjunto de la obra. ¿Qué importa el cambio climático? Y ahora, como los sentimientos dan lugar a veces a opiniones, pasemos a ese terreno. Me van a quitar los árboles que he seguido día a día durante los 60 años que llevo viviendo en esta casa. Y me van a quitar los pájaros que vienen a visitarme siempre que pueden. Todo eso me daña no solo a mí sino a muchos vecinos/as con los que he hablado. Lo siento como una agresión.

En la carta a DIARIO DE NOTICIAS escrita por Iñaki Aguirre y con la que estoy en gran parte de acuerdo, se describe muy bien la plaza de la Cruz y la variedad de arbolado de la misma y alrededores.

Pero sobre todo siento miedo y no sin motivo. Hay una gran tradición de hacer chapuzas en Pamplona. Recordando casos como el de la plaza del Castillo, me he dado cuenta de que ante las feroces huestes de la construcción no se puede oponer una persona, ni un grupo, ni una comisión de estudios arqueológicos. Apareció el cementerio musulmán más antiguo de la Península Ibérica. Muy bien, se retiraron los esqueletos y gran parte de los restos se usaron como escombros "de relleno" para Lezkairu. También pasaron por encima la existencia de un menhir, un conjunto termal romano, restos de un barrio medieval, restos de un castillo ordenado construir por Fernando el Católico y no quiero extenderme más, pero había lo suficiente para hacer un parque arqueológico. Otro ejemplo son las torres de Salesianos, feas de ganas, eso sí, que por dentro serán una maravilla, pero destrozan la silueta de Pamplona y son un castigo para el parque de la Medialuna. Más vale que tengo fotos para recordar mejores tiempos. Y ya, aunque resulte aburrido, ¿por qué no citar la pasarela de Labrit?

Resumiendo y pensando en el futuro: ¿no queremos una ciudad habitable y sostenible, con poco tráfico en las zonas residenciales y de solaz? ¿Por qué intentar atraer más tráfico hacia los Ensanches? Sin embargo, me siento pesimista y sobre todo indefensa.