Igualdad La primera vez que me enamoré fue de dos chicas al mismo tiempo. De una no recuerdo nada, ni siquiera su cara. De la otra puedo decir que era morena y todavía la veo con su bikini de flores descoloridas por el sol. Me miraban desde el cristal trasero que tenían aquellos camiones barreiros de dos ejes, uno rojo y el otro blanco con dos líneas azules horizontales. Mis amigos y yo solíamos ir al mediodía sin otro quehacer, cuando los chóferes estaban comiendo en el restaurante, solo para mirarlas. No nos importaba que fuesen fotografías en papel de revista colocadas por dentro del cristal porque para nosotros eran de verdad. A los ocho o nueve años las cosas no son como las ven los mayores. Ahora a ningún camionero se le ocurriría adornar su camión de ese modo. De niño no sabía que los hombres no somos parte del problema sino el problema en sí, por eso si escribo sobre machismo lo hago con manos de plomo porque al menos una vez en mi vida sé que dije un comentario machista sin darme cuenta, y alguien me hizo el favor de corregirme. Aun así, no puedo dejar de pensar que para mí, racismo, clasismo y machismo es lo mismo. El menosprecio, la indefensión y el abuso de poder se dan en los tres casos. Tendríamos que trasladarnos hasta el inicio del marxismo, que fue más una reflexión filosófica que un tratado económico porque Marx abordó la justicia social desde la filosofía. Empleó argumentos que no son de este mundo pragmático y materialista, y consiguió definir mejor la igualdad, que es más complicado que dividir todo en partes exactas. La trascendió cuando dijo con voz de revolucionario: "A cada quién según su necesidad y de cada quién según su posibilidad", Utilizó conceptos filosóficos como alienación, enajenación o cosificación, palabra que ahora utiliza con frecuencia el discurso feminista. La cosificación abunda por doquier; es la pandemia invisible de la humanidad. Herbert Marcuse fue quien explicó de manera práctica los conceptos filosóficos del marxismo que en realidad, como en el aspecto económico, solo hablan de los problemas y contraindicaciones del capitalismo. Recuerdo una de sus frases irrebatibles: "La gente se reconoce en sus mercancías; encuentra su alma en su automóvil, en su aparato de alta fidelidad, su casa, su equipo de cocina. El mecanismo que une el individuo a su sociedad ha cambiado, y el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que ha producido". No somos lo que comemos ni lo que leemos. Tan solo somos lo que tenemos. Con estos ojos hambrientos y codiciosos que Dios nos dio, nos apropiamos de todo. "Yo no me pregunto de qué raza es un hombre, basta que sea un ser humano. Nada puede ser peor bajo la capa del cielo", dijo Mark Twain.