Inspira cierta compasión ver a Borja Sémper tratando de defender el evento Europa es Hispana organizado por el Partido Popular en Madrid con la actuación estelar de la predicadora evangélica Yadira Maestre. Menudo papelón. En su página de Facebook vemos que Yadira ascendió de pastora a apóstol en 2018. También sabemos que ofrece retiros espirituales para curar la homosexualidad. A finales de abril tiene programado un acto en Fuenlabrada en el que demostrará músculo evangélico con la esperada visita de la pastora Evelyn Joshua, líder de la Iglesia de Todas las Naciones (SCOAN) con sede en Lagos, Nigeria. Su fundador, T.B. Joshua, afirmaba que nació tras pasar quince meses en el vientre de su madre. Sanación de enfermedades incurables y liberación de endemoniados se encuentran en la cartera de servicios de esta Iglesia a la que el PP, en una muestra de genio estratégico, decidió dar voz. En los últimos años nuestros políticos han recomendado series como House of Cards, Borgen o The West Wing, en las que la figura del spin doctor o experto en comunicación política era fundamental para el desempeño del partido. Definitivamente, el líder del PP y sus asesores se perdieron algún capítulo importante. ¿A qué mente maravillosa se le ocurre contraprogramar la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno montando un circo evangélico? "¡Señor, bendice a nuestro alcalde, bendice a nuestra presidenta y bendice al señor Feijóo!", exclamaba la apóstol Maestre. El Observatorio del Pluralismo Religioso en España cifra en 4.322 los lugares de culto religioso de la confesión evangélica sobre un total de 7.725 si tenemos en cuenta todas las confesiones. El crecimiento es claro en los últimos años y parece que esta realidad quiere ser capitalizada políticamente. ¿Realmente el ansia electoral por captar el voto de origen latino les puede cegar hasta estos límites? ¿Realmente quieren jugar al bolsonarismo y mezclar política con pseudo-religión? ¿Captan los peligros de esta estrategia? Para rematar el evento no tuvieron mejor idea que preparar la máquina del tiempo para viajar al pasado y recuperar aquel hit del verano del 93 pinchando El Tiburón ("Se la llevó el tiburón, el tiburón. No pares, sigue, sigue"). La descoordinación popular en el bailecito era lo de menos después del éxtasis de la telepredicadora. La oración a una calabaza de un viejo labrador en Amanece, que no es poco es asimilable pero todavía menos desconcertante que estos nuevos episodios nacionales que estamos viviendo. Y, desde luego, menos peligroso.