La lectura de un buen libro casi siempre es un pequeño placer. Al igual que el gusto de disfrutar de una buena comida, la lectura produce una sensación placentera en nuestro interior. No es ninguno de los cinco sentidos el receptor de esta acción.

Es nuestro cerebro, quien recibe las distintas sensaciones de la lectura. Agradable, tierno, emocionante, sensual, etcétera, son algunos de los calificativos de las palabras con las que el autor describe personajes, entornos, tramas, acciones, para el deleite de los lectores. Hoy el libro en papel está sufriendo un retroceso por la irrupción de las nuevas tecnologías. El tacto de la hoja de un libro forma parte del ritual placentero de la lectura. No es lo mismo leer en el medio tradicional que hacerlo en una pantalla de cristal. Necesitamos tiempo para adaptarnos a esta nueva forma de lectura. Mientras llega ese momento, lo que sí se puede hacer en los textos en papel es enriquecerlos con códigos QR que ilustren imágenes, cuadros, e incluso comentarios de los lectores. 

Todos aprendemos y disfrutamos de la lectura de un buen libro, incluso el autor(a). Tal vez, permitir una reseña o un comentario en un enlace digital del libro serviría para tener las distintas visiones del libro en sus receptores. Incluso, con el paso del tiempo, podría tener vigencia esta combinación de edición del pasado con las nuevas herramientas digitales. En el mundo editorial empiezan a aparecer estas nuevas formas de edición. ¿Se imaginan El Quijote, la cantidad de reseñas y comentarios de millones de lectores en distintos idiomas? Conocer las reacciones de los lectores de un libro, siempre que sea para construir, es enriquecedor e incluso placentero.