El paseo de Sarasate, ahora de actualidad, es un gran desconocido para la ciudadanía. ¿Por qué ha querido hacer esta serie de artículos?

En la línea de trabajo e investigación que actualmente llevo sobre la historia contemporánea de la ciudad, en este momento estoy centrado en el paseo de Sarasate, que posee una historia muy rica en acontecimientos e intervenciones urbanísticas. Precisamente la reforma y nueva urbanización que se va iniciar en estas fechas pone al paseo de gran actualidad. Compartir el conocimiento adquirido en mis investigaciones históricas es para mí no solo un deseo, es una obligación. ¿A quién o para qué sirve el conocer si no se comparte?

“La pérdida del comercio local fue determinante en el declive del paseo Sarasate”

Uno de los detalles a destacar es el origen humilde del paseo. El Paseo de Sarasate no nace como paseo, sino que era parte de la Taconera, entendida esta como “el espacio exterior de la muralla”. Un aspecto muy curioso para empezar esta serie de artículos, ¿no?

Es que, en la época medieval, no existía como tal paseo, simplemente era un espacio baldío por fuera del frente sur de la muralla medieval que cerraba el burgo de San Nicolás. Documentado desde el siglo XIII ese espacio junto con el aledaño existente al oeste de la ciudad era llamado Taconera.

En este interesante trabajo, lleno de datos y del que se deja entrever una ingente investigación, usted ya desvela uno de los secretos que poca gente conoce. De dónde le vino el nombre de paseo de Valencia, que nada tiene que ver, por cierto, con la ciudad del Turia. Explíquenos.

En la primera entrega de la serie, doy la versión más aceptada. La presencia en una de sus viviendas de un escribano y notario de la ciudad llamado Prudencio Valencia, adonde acudía mucha gente a hacer sus escrituras y gestiones, terminó dando nombre al paseo.

Víctor Manuel Egia, médico investigador en el patrimonio y la historia, ante la estatua de los Fueros. Javier Bergasa

¿Cómo ha llevado a cabo la investigación? ¿De qué fuentes ha bebido?

En Iruñea contamos con dos magníficos archivos, el municipal y el general, cuya documentación está al alcance de cualquier investigador. Ambos poseen, además, una magnífica fototeca y yo considero que también la fotografía antigua es una buena fuente de información histórica, sobre todo de la historia social y del urbanismo que es la que más me interesa. La consulta de renombrados autores como Julio Altadill, Leoncio Urabayen, José Mª Jimeno Jurío y sobre todo mi colega, gran conocedor y divulgador de la historia contemporánea de Pamplona, José Joaquín Arazuri son algunas de mis principales fuentes. También suelo consultar frecuentemente las hemerotecas de prensa antigua.

¿Qué ha querido ofrecer de novedoso a los lectores con esta serie?

Realmente para mí lo más apasionante es la historia de nuestra capital a finales del siglo XIX y principios del XX. Casi el cien por cien de los lectores solo conocen esta época de la vida de Pamplona por pequeñas referencias, no por vivencias. Y conocer el pasado siempre ayuda a vivir el presente y a construir el futuro.

A partir del siglo XVIII y XIX el paseo fue llenándose de vida, con edificios importantes como la Alhóndiga, la Casa de Misericordia, El Vínculo y la Casa de Baños. ¿Cómo era aquel paseo?

Bueno es que realmente es entonces y con esos edificios nombrados cuando realmente se conforma el paseo. Tras la conquista castellana del Reino de Navarra, el ejercito conquistador ordena construir la Ciudadela y la nueva muralla y lo hace unos cuantos metros alejada de la antigua muralla y de los edificios de la ciudad. Podríamos decir que hoy día se podría referenciar la nueva muralla, aproximadamente, entre las calles Cortes de Navarra y García Ximénez. El espacio vacío resultante se fue, en esos siglos XVIII y XIX, progresivamente ocupando por edificios, la mayor parte de ellos dotacionales o de servicios, la Casa de Misericordia, el Vínculo, Alhóndiga, etc. que hoy limitarían el lado sur del paseo, el de los números impares. De esta forma se conformó el espacio o paseo. Y la rica historia de estos edificios, que trataremos, es también la historia del propio paseo.

Un paseo al que en 1903 se le bautiza como paseo de Sarasate y es entonces cuando incluso se le llamó Bulevar o Boulevard, al estilo de los paseos de Europa. ¿Llegó a tener entonces el relumbrón de los bulevares de Europa? o ¿cuándo diría usted que fue su etapa dorada?

Sí, con la primera urbanización realizada en 1885 y la presencia de muchos establecimientos comerciales, el paseo comenzó su época dorada, como espacio muy concurrido por la población. En él, además, se realizaban muchos eventos festivos, especialmente durante los Sanfermines, pero también aparte de ellos, conciertos de música, normalmente de bandas de viento, paseos organizados, desfiles o manifestaciones. En esa época, aunque extraoficialmente, se le llamaba Boulevard, que quedaba como más elegante.

El autor:

  • Médico investigador del patrimonio. Víctor Manuel Egia (Iruñea 1952) es médico especialista en Neumología jubilado. Estudioso de nuestra cultura, “formé parte del grupo Ortzadar desde su inicio”. Cofundador de la Sociedad de Estudios e Iniciativas ITURRALDE, se ha centrado en el estudio del desarrollo industrial de Navarra en el siglo XIX y primer tercio del XX”.
  • Publicaciones. Orotz-Betelu y Olaldea, una historia industrial a orillas del Irati. El Irati S.A. El sueño de Domingo Elizondo. Patrimonio industrial en Navarra. Ponencias del I Simposio de Patrimonio Industrial. Etxarri Aranatzko San Miguel Irin-fabrika. La fábrica de harinas San Miguel de Etxarri Aranatz (Junto a Juana Mari Jauregi). Ola Berriak 1766-1927. Apuntes para una historia industrial de Navarra.
  • La historia de Pamplona. Su otra gran área de estudio es la historia contemporánea de Pamplona/Iruñea. Conferenciante ha divulgado la historia de las fuentes de Iruñea, del barrio de la Magdalena, del tranvía Irati, del parque de Taconera o del paseo de Sarasate.

Albergó monumentos, fuentes, estatuas, arbolado y otros elementos del mobiliario urbano, algunos curiosos. Díganos alguno desconocido

De todo esto hablaremos, pero adelanto algunas curiosidades como, un artístico urinario de corte modernista con forma de paraguas que ocupaba un espacio prominente o la conocida como farola de los braseros, cuya historia termina de forma rocambolesca. No digo más.

“En honor a su nombre, la música debería tener mucho protagonismo en el renovado paseo. Debería contar con un kiosco, que nos recuerde a aquellos clásicos de principios del siglo XX”

A partir del siglo XX y ya sobre todo en el XXI, el paseo se convirtió más en una frontera entre el Casco Viejo y el Ensanche. ¿Qué pasó a su juicio?

La pérdida generalizada del comercio local, de cercanía, pérdida muy patente además en el paseo, creo que ha sido determinante en su declive y efectivamente hoy es casi tan solo un lugar de paso, muchas veces frío y desértico.

¿Algún recuerdo que tenga usted del paseo de sus años de infancia?

Sin duda, la presencia de hasta tres heladerías; era para los niños un lugar de obligada visita. También la del barquillero o como nos columpiábamos en las cadenas que rodean el monumento a los Fueros.

¿Qué le falta a Sarasate para ser un gran paseo del siglo XXI?

Sin duda, la presencia de comercio, aunque probablemente, en este tiempo ya es una causa perdida. La peatonalización es muy importante, creo que es algo imprescindible, contando con que debe conllevar el estricto cumplimiento de la normativa para bicicletas y patinetes, que a veces conllevan un peligro. Para conseguir que sea un lugar concurrido deberíamos fomentarlo como espacio de ocio y paseo, pero no caer en convertirlo en una gran terraza hostelera; de esto ya tenemos más que suficiente. Personalmente creo que, haciendo honor a su nombre dedicado al gran violinista Pablo Sarasate, la música debería tener mucho protagonismo en el renovado paseo. Debería contar con un kiosco, que nos recuerde a aquellos clásicos de principios del siglo XX, apropiado para conciertos, de bandas, pequeñas orquestas, para las apreciadas sesiones de txistu y gaita, o incluso para algunos de los buenos y espontáneos músicos callejeros. Además, es un lugar muy apropiado para las ferias de artesanía, de libros, flores o antigüedades, para exposiciones de calle u otras manifestaciones artísticas, danza, teatro, etc. Para que la población disfrute y concurra al paseo debe de contar con algo que le atraiga. El castañero/a en invierno o el barquillero/a en primavera y verano no pueden faltar y quizás podría reservarse un pequeño espacio para una pequeña atracción infantil, uno de esos bonitos tiovivos, que además de ornamentales sería de gran atractivo para niños y sus familiares. En resumen, el nuevo paseo de Sarasate debería, en mi opinión, ser la alternativa a la gigantesca y ruidosa taberna en que se ha convertido nuestro casco histórico.