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El arzobispo

El arzobispoEFE

Conocí a uno, que me caía bien. Era de Bakio y euskaldun, simpático como él solo. Fui un día a verlo e invitarle, de parte del secretario general del Partido Comunista de Georgia (increíble, pero cierto) con el que yo tenía vínculos especiales por razones no políticas, sino otras que no vienen al caso.

El arzobispo de ahora no sé de que pelaje es, pero creo que es del tipo de personal que impone Roma últimamente, que primero no sea euskaldun, español de pura cepa, carca de los de antes y lindezas de ese tipo. Al grano. Este arzobispo de ahora dice, declara que no tiene constancia de que haya misas franquistas.

La Iglesia Apostólica Romana tendrá algún espía, vecino, cura que sepa si es verdad o mentira. Pues vaya un día cualquiera, de incógnito, vestido de lagarterana o con yelmo con visera medieval, algo, no nos diga lo de siempre, la excusa de siempre, la ley, la prudencia, el rollo macabeo. No nos tomen por tontos y asuman de una vez la realidad. Ya vale de cuentos y bondades mentirosas.

Otro tanto para los curas y monjas, pedófilos y delincuentes de ese tipo; y el poner a su nombre como propiedad todo lo que huele a incienso. Vaya ejemplo que da la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica, Romana. Eso son signos de latrocinio, mariconeo del malo y dormir en los laureles del franquismo, como Vox y aledaños.