La mítica frase “que la fuerza te acompañe” era utilizada en La Guerra de las Galaxias para desear suerte, esa que también puede hacer que el 22 de diciembre alguien se adentre en el lado oscuro de la riqueza.

En pleno siglo XXI es injusto e incomprensible que por el hecho de que unas bolitas sacadas de un bombo formen un número que coincida con el que está impreso en un boleto, alguien pase a ser millonario y pueda tener una vida a todo lujo. Incluso hay loterías que pueden hacer que mientras miles de personas pasan miseria, se mueren de hambre, sufren las consecuencias de las guerras, otras que todavía no han nacido vayan a tener el dinero de un premio acumulado esperándoles.

La lucha por la igualdad pierde todo el sentido cuando aceptamos esta sinrazón, que, sin lógica alguna, hace que un día seas pobre y al día siguiente rico, y que esta ansiada cuestión genere no solo desigualdad sino un milló n de problemas, ludopatía, ansiedad, avaricia, timos, ruptura de amistades...

A uno le tratan de raro, loco, rata... por no comprar un boletico aquí, otro allá y dejarse una cuanta pasta por el hecho de “no vaya a ser que seas el único al que no le toque y tengas que seguir trabajando y con tu vida normal”. Pero lo peor de todo es esa socialización de una cuestión que crea esa deshumanización, esa separación cada vez mayor entre personas que genera la obsesión, atracción... al maldito dinero. Deberíamos hacer todo lo contrario, potenciar el reparto de la riqueza, del trabajo... para vivir todas las personas, una por una, tranquilamente. Pero no, aceptamos entrar en ese bombo a ver si nos acompaña la fuerza.

El 22 de diciembre como ya es tradición, para la gran mayoría de este país no existen guerras, no existen problemas, no existe nada más que la codicia, el ansia de ser rico y diferente a los demás, y si me ha tocado, yo ya me habré salvado de trabajos en precario, de no llegar a fin de mes, de no poder hacer frente a la hipoteca, no poder hacer frente a enfermedades...

Y el 23 de diciembre ninguna portada de ningún medio de comunicación dará una noticia distinta a la publicación de los agraciados. Así nos va y nos va a ir por los siglos de los siglos.