Dice el tango que 20 años no es nada. Depende; para pedir perdón, son demasiados.

Aunque el 11-M nos dejó el alma desolada, el PP aún sigue sin arrepentirse por la indignidad del engaño sostenido y su infame gestión política. Al dolor de las víctimas, el miedo, el silencio, la incertidumbre y la rabia, se añadió en aquel aciago día la iniquidad de ver cómo una gran mentira que nos metió en una guerra, nos llevó a otra gran mentira sobre la autoría de la matanza para obtener rédito electoral. El Gobierno de Aznar se desentendió de las víctimas y de los españoles, y calculó que si la gente creía que había sido ETA podría obtener la victoria; pero si el atentado había tenido origen en el trío de las Azores y su apoyo a la guerra de Irak, las perdería. Optaron por ser la encarnación de la miseria política y continuaron con la crispación social al mantener, primero la mentira, y después extendiendo la teoría de la conspiración con ayuda de la caverna mediática.

Aznar ha dejado claro que no solo no se arrepiente, sino que quiere que le imploremos perdón. Durante el aniversario, el PP manifestó su incomodidad. Pues haber pedido perdón público para no estarlo; que el perdón redime.