La crisis descontrolada del sistema
La descolonización es el principio del fin del dominio blanco del planeta y empezó a afectar a Europa y Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial provocando el empobrecimiento de las clases trabajadoras porque las empresa colonizadoras perdían sus mercados. Sin embargo, algunas excolonias crecieron en bienestar. Porque sus líderes supieron orientar su actividad compitiendo con sus antiguas metrópolis con nuevos productos y mercados. Es el caso de los BRICS y en especial China como fenómeno más relevante, al abandonar las políticas iniciales que impusieron las metrópolis, pues se ha convertido en “la fábrica y el proveedor del mundo”, suministrando productos y tecnología competitiva a los países desarrollados tanto en calidad, como en precios y sistemas de gestión, siendo capaz de influir en los mercados del mundo.
El liberalismo después de la Segunda Guerra Mundial prometía progresos y bienestar a las clases trabajadoras. Pero algo ha fallado en el “primer mundo”, pues se duda sobre la eficacia de la democracia liberal, ya que China no crece por su régimen comunista, sino porque ahora desarrolla su actividad sin la presión exterior. Y el caos se agrava porque se producen fenómenos negativos como la implantación del “America first” y la imposición de las fake news de Trump, la penosa imagen externa de Biden, las ansias de territorio de Putin o el despertar vengativo del sionismo de Netanyahu, que no entiende que sin su anciano protector, el presidente de Estados Unidos, no es nadie.
La degeneración del Reino Unido, paralizado por el Brexit, la sucesión de dirigentes fracasados cegados por el racismo y que ignoran la historia del prestigio de Inglaterra. Todo este efecto de la huida precipitada y sin orden de las colonias que no supieron controlar los imperios descolonizadores, provocó el caos del sistema capitalista evidenciando la deficiente y repentina implantación de las redes sociales, junto al fenómeno de la propaganda que se ha convertido en una guerra híbrida de difícil solución.
Porque se ha producido un proceso de redistribución territorial de los recursos del planeta no más justo que el preexistente fruto de la descolonización precipitada de los países poderosos y porque las democracias liberales se muestran incapaces de generar una redistribuciones más justas de la riqueza disponible para la población.