Las apariencias engañan. Esas mariposas que vuelan sobre los árboles, sobre la hierba tierna y tras depositar sus huevos terminan con los prados lacios y los árboles secos, que un día fueron parte de tus sueños y tus versos son tóxicas.
Se convierten, en su proceso, en procesionarias, en gusanos depredadores de hojas de boj (azpela) y convierte los troncos en leña seca, esa madera que crea retablos, bargueños, maravillas del arte en manos hábiles y hay que eliminarlas con el veneno natural del silencio y con el látigo de la indiferencia y pisarla con la bota del caminar los caminos de la vida.