Las personas que han recibido una educación estrictamente católica, por motivos generacionales y que se niegan a formar parte de la comunidad cristiana, se ven asolados por una crisis existencial. La ruptura con la Iglesia les aportó y les obligó a buscar en la filosofía oriental y en Albert Camus y el sinsentido de la vida, en Nietzsche con su famoso Dios ha muerto. Pero bueno, yo solo he comprendido a Camus con el que mantengo una relación de amor.

Pero a qué se aferra una persona que comienza a observar los achaques de la vejez. Cuando sabes que te quedan menos años de vida y de peor calidad. La vida religiosa les ha dejado un poso de ideas en el que habrá una recompensa por el sufrimiento que se ha padecido y donde Dios estará con ellos hasta el final de sus días. “No habrá soledad al final del camino”.

La tecnología ha traído la innovación, grandes posibilidades de cambio. Toda una revolución, pero sin ideas de cambio espiritual. Se pudo acabar con el comunismo marxista, pero no con la religión. Los monumentos de la Iglesia ortodoxa siguen siendo igual de intocables para ucranianos y rusos. Es la clase media la que comienza una revolución. Estas ideas tienen su eco en la clase trabajadora. Ahora la capacidad de que surja una nueva religión como el Dataísmo y que tenga un eco en la sociedad parece imposible (…) pero nunca se sabe.

Lo que está claro es que la religión siempre perdura. Forma parte de nuestra identidad. A menos de que aceptes la propuesta de Camus: la vida no tiene ningún sentido trascendental. Formamos parte de la naturaleza. Ahí empieza y ahí acaba.