Sánchez cree que les ha seducido y eso lo pagará caro, pues ignora que la euforia actual en la metrópoli se la puede arruinar el independentismo catalán, a pesar de la apariencia de estar en horas bajas, pues Puigdemont ha burlado una vez más las ansias de venganza de los jueces y de las cloacas del estado y está de nuevo en Waterloo después de su aparición triunfal en Barcelona, pues tiene en su mano continuamente la supervivencia de Sánchez en La Moncloa y puede provocar una crisis nacional y la euforia del imperio sea como un castillo de naipes que se puede derrumbar por un soplo.
Sánchez debe de creer en los Reyes Magos, pues sueña que les ha cantado las cuarenta al poner al melancólico Illa de president del Govern que se ha producido por el enfrentamiento cainita entre los líderes catalanistas, Puigdemont, y Junqueras, de manera que el Parlament Catalá ya no tiene mayoría independentista. Alardea de que ha pacificado Catalunya con diálogo y negociación en contraste con la chapuza de Rajoy, pero oculta que dio su voto afirmativo para aplicar el 155 que supuso de facto un golpe de estado violento legitimado con el Procés, que fue lo que dio difusión mundial al caso catalán y ahora es un contencioso político y judicial que se estudia en las facultades de derecho. La amnistía que le impusieron los independentistas está pendiente de recursos en el Supremo y el resultado pende de un milagro, lo que es condición sine qua non para que Junts decida su posición, pues puede provocar la caída de Illa cuando le convenga. Además de ser clave su voto en del Congreso. La financiación exigida por los independentistas, que iba a ser un paseo triunfal, ahora se ha convertido en argumento para que se amotinen las autonomías bananeras que están gobernadas por el PP y queden en humo de borrajas todos los sueños de una noche de verano.