Otra vez me conmuevo para escribir una carta de desahogo. Estoy triste y desolado porque los amantes de nuestra Pamplona, la Vieja Iruña, nos estamos quedando sin personas referentes y queridas. Se nos van por ley de vida o demasiado pronto personas que por diferentes razones y motivos han construido la ciudad y los barrios que nos imprimen carácter. Personas que han destacado por darle sentido a la vida haciendo de su entorno un lugar más humano y feliz cada una con sus dones y cualidades en diferentes ámbitos y disciplinas.
Desgraciadamente la lista es demasiado larga y en poco tiempo a esta parte nos han dejado muchas. Por ello solo cito al último, a nuestro gigante Mari. A Magu.
¡Qué agusto pasamos el día de San Lorenzo cantando, como teníamos costumbre, con nuestras queridas amistades de Haizaldi!. De verdad Mari, ¡Qué bien cantabas!. Tenías muchísimo gusto y conocimiento para el folklore, la música y la cultura. Y eras un buen prestidigitador con tu gracia al hacer trucos.
Como ya se ha dicho y es el resumen: eras gigante en el corazón.
Solo me queda como esperanza el levantar los ojos al cielo y contemplar, como ya expresé, la inmensa constelación de estrellas pamplonesas que nos irradian su luz.
Ojalá surjan personas que os sigan la estela y Pamplona Iruña no se quede sola, anodina y diluida en un mundo sin Luz ni sentido ni alma.
Os quiero mucho. Maite zaituztet.