Es lo que llamaríamos verborrea, entre otras cosas, quizá la menos ofensiva. Es lo que utilizan los charlatanes para vendernos lo que más les interesa: cuchillos, navajas, tijeras, una muñeca chochona o el tren de alta velocidad, el rearme, la seguridad, el tocino y la velocidad. Hablar por no callar.
Esto sería algo banal, hasta chistoso, sino fuera porque a veces estas gracias nos tocan el bolsillo, es decir, el sudor de nuestra frente y el sudor del de enfrente; como hacen desgraciadamente los señores y señoras que elegimos para que administren nuestro dinero y nuestra salud, entre otras fruslerías. Y se dedican a ello porque les pagamos como si fueran los mejores en su oficio, porque de ello hacen un oficio, aunque después demuestren que son unos mataos. No hay más que ver y escuchar un día cualquiera las mañanas del Congreso de los Diputados o cualquier parlamento autonómico. Un ejemplo: el Tren de Alta Velocidad en Navarra. Lleva treinta años o más parado con miles de millones proyectados y algunos gastados y todavía se permiten reírse de nosotros diciendo, por ejemplo el señor Alzórriz, que si no pasa por Vitoria-Gasteiz no se hará; y el ministro del ramo de su propio partido dice que depende de los informes técnicos; y mientras tanto hace 30 años que las obras están paradas en Campanas muertas de risa, oxidándose. Un poco de respeto, por favor. Aditu nahi ez duenak, es du esan behar. Quien no quiere oír, no debe decir.