Soy vecina del barrio de San Jorge y no puedo seguir callando ante lo que aquí se vive. Nuestro barrio se está yendo a la deriva y parece que a nadie le importa:

La suciedad es insoportable. La gente deja la basura fuera de los contenedores porque no quiere usar la tarjeta que los abre. Montones de bolsas en el suelo que acaban reventadas, esparciendo restos por la calle y atrayendo ratas. Hace unos días a una vecina le destrozaron parte del coche, y al llevarlo al taller le confirmaron que habían sido roedores. ¿Esto es normal?

Los parques, que deberían ser espacios de disfrute, están hechos un desastre. Se llenan a diario, pero pocos son capaces de tirar su basura a la papelera. Cada mañana, cuando salgo a pasear a mi perro, las plazas del barrio parecen una resaca de botellón de Sanfermines: latas, vasos, bolsas, restos de comida... ¿Y limpieza? Sé que todos los días personal de la mancomunidad adecenta las plazas, pero la gente es tan guarra que para el día siguiente vuelve a estar de la misma forma...

Las carreteras están llenas de baches, pero, eso sí, dinero para poner bancos mal colocados en mitad de la calle y quitar zona de aparcamiento no falta. Bancos que por la noche generan más ruido, reuniones molestas y, en muchos casos, se utilizan como puntos de paso de droga. Lo mismo ocurre con algunos maceteros. ¿De verdad nadie se da cuenta?

Además, a los residentes se nos exige pagar zona azul (algo que de por sí considero vergonzoso), con la limitación de un solo coche por persona, mientras Correos tiene hasta cinco furgonetas aparcadas en la calle. ¿Por qué ellos sí pueden ocupar espacio público y a nosotros se nos restringe? ¿Dónde aparco yo si ya no queda sitio? Teniendo en cuenta que medio barrio está ocupado por las obras de las fachadas y la zona de aparcar es poca, ¿qué hacen con nuestros impuestos si no lo destinan a mejorar el barrio..? 

Los pipican son otro desastre: llenos de excrementos, basura, y también se usan como punto de paso para drogas. Pero lo más grave de todo: ya no es seguro pasear con tu perro. Conozco al menos cinco casos de animales envenenados con comida tirada en la calle. El último, por desgracia, me ha tocado de cerca, una de mis mejores amigas acaba de perder a su perrita:

“La noche del 18 de julio saqué a mis dos perros a hacer sus necesidades en la zona de césped junto al civivox. Sin darme cuenta, debieron ingerir alimentos que contenían clavos oxidados, agujas y veneno. El sábado 19 comenzaron con síntomas graves. El lunes 21 los llevamos al veterinario. Se confirmaron objetos punzantes ocultos en comida blanda, como salchichas. La perrita pequeña, por suerte, aún se está recuperando en casa. Pero la perra mayor falleció el día 30 por las heridas internas y el veneno”. 

Así que, contadme, ¿dónde está la ley de bienestar animal aquí? ¿Quién paga el malestar psicológico de la familia de mi amiga producido por una negligencia de un asesino? Porque, efectivamente, una persona que se dedica a envenenar animales por la calle es igualmente un asesino de seres vivos y se le debería juzgar como tal.

¿Acaso esto no merece una investigación seria? No es la primera vez que pasa en esta misma zona. Es evidente que alguien está actuando de forma deliberada contra los animales. Y eso no solo supone un riesgo para las mascotas, sino también para niños u otras personas que puedan entrar en contacto con estos cebos envenenados. Ya uno no puede ni pasear tranquilo por su barrio.

La situación se ha descontrolado. ¿El Ayuntamiento piensa seguir mirando hacia otro lado? ¿De verdad nadie se entera de nada? Las soluciones existen, pero parece que aquí solo se actúa cuando es demasiado tarde. Lo de matar perros ya se ha ido de las manos.