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Cuando volver al trabajo se convierte en una barrera

Cuando volver al trabajo se convierte en una barreraN.M.

Durante cuatro años he trabajado como administrativa en el centro de salud de Alsasua. En abril de 2024, tras veinte años de enfermedad y múltiples operaciones de rodilla, tuve que afrontar la amputación de mi pierna derecha. Tras un año y medio, con esfuerzo y con la ayuda de mis médicos, me recuperé y, en junio de este año, el INSS me dio el alta. Tenía muchas ganas de reincorporarme a mi trabajo, en el que siempre me sentí útil y valorada.

Pero al comunicar mi regreso, todo cambió. Miradas esquivas, comentarios sobre que “debería haberme jubilado” o que “era injusto para mis compañeras que yo volviese al trabajo” y, finalmente, la negativa por parte de la directora del centro de salud de Alsasua, que además era mi médica de cabecera, a adaptar temporalmente mi puesto de trabajo a mi nueva situación. Puesto que sí era capaz de desempeñar. ¿La excusa?. “Que sería injusto que se me facilitara un puesto adaptado a mi nueva situación”.

Al sentir la presión por parte de mis compañeras y de la propia directora del centro, entre todas me convencieron de que, debido a la ansiedad que estaba sintiendo por su culpa, lo mejor era que me cogiera la baja por este motivo. Una baja que el INSS anuló posteriormente, retirándome 600 euros de mi nómina de este mes.

No buscaba privilegios, solo comprensión, empatía y la oportunidad de seguir trabajando con dignidad en un puesto que me gustaba. A día de hoy, trabajo en otro departamento, más lejos de casa, pero con tranquilidad y respeto. Y con la lección aprendida de que las verdaderas barreras no siempre son físicas, sino humanas.

Ahora soy seiscientos euros más pobre, pero infinitamente más feliz.