En cierto parque temático, al que juré no volver, no daba crédito a la pésima gestión de colas y tiempos de espera. Pero, en una conversación posterior, pensé que quizás no era pésima, sino exactamente lo que pretendía el fondo de inversión dueño de dicho parque y sus abnegados gestores. Cuando estás desesperado con niños en una cola que no avanza, puedes ver que hay quien pasa de largo porque ha comprado ese privilegio y su pulserita de color diferente les identifica. Y yo que pensaba: “Qué mal ejemplo para todos estos niños, gracias a pagar más, te saltas la cola”. Pues no, es exactamente al contrario. Su pensamiento el de los gestores del parque es: “aprende, idiota: has pagado 60 euros para hacer cola y que todos estos (que no son pocos) me paguen el doble”. Es decir, necesito generar esa cola para que otros paguen por saltársela.
Este ¿modelo? ya se está extendiendo a aeropuertos y otros servicios. Generar una cola provoca ingresos extra. Perfecto. Ahora pensemos en un hospital, un lugar al que no vas precisamente a pasarlo bien. Imaginemos que te agendan una operación a un año vista, pero luego te llega un mensaje al móvil que dice: “si nos pagas, en un mes estás operado”. Pues esto son los “hospitales públicos” con gestión privada. No, mejor llamarlos como lo que realmente son: hospitales privados que atienden, previo pago, a pacientes por los que se factura al sistema público. De momento, porque en cualquier momento, nos dirán que los paguemos directamente, para ir más rápido. Fast pass, en el hospital.