Eso era lo que decíamos de niños para categorizar nuestras pequeñas faltas en casa, cuando hacías algo más allá del límite que teníamos establecido del atrevimiento.
Y recuerdo que nada de lo que hacíamos fue nunca ni pecado venial.¿Y hoy en día? ¿En este mundo sin alma?
En fin, me fijaré en la luz de la Navidad y pondré su música. Somos buenos de corazón, pero metidos en gente corriente, nos soliviantamos con “ese” que me ha mirado, que me ha rozado, que me ha dicho “Salam” y no le he entendido. Y ya nos creemos con licencia para montar una guerra, o una frontera para no dejarlos entrar.
Pues balanza entre lo que necesitamos y lo que damos.
Lógicamente en esta sociedad de consumo nadie hace balance de cuanto nos sobra y podríamos dar. Porque falta empatía. Y vamos tan aprisa, que ni reflexionar.
Pues Navidad, una canción que recuerda la pobreza, la necesidad. Y concluye con que nace el amor. Que hablará de verdad. De dar, de compartir y de acoger. Porque todos somos almas en vilo y nos gustan las flores. Y sabemos lo bien que funciona la solidaridad. Así que el futuro está negro, pues ya estamos nosotros para desafiar al destino y transformarlo en un futuro esperanzador...
Yo así lo creo y lo digo.