'Codex Calixtinus'
Aprovechemos que son las incomparables ferias y fiestas del glorioso San Fermín, patrón de una ciudad que parece como un cortijo propiedad de UPN y adheridos, aunque habitada por ciudadanos maisterra, siervos diversos y jornaleros del mal vivir; aprovechemos, digo, esa circunstancia para juntar la chanza -la de los antiguos julais contratados para fiestas- a lo serio. Lo jocoserio es en esta tierra una puerta de escape a los empujones.
En Santiago de Compostela han robado el Codex Calixtinus y eso me traído a la memoria esta exclamación:
'¡Veciños, vecinos, roubaron o Corpo Santo!'
Así empieza la Saga Fuga de J.B., la gran novela del desaparecido escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester. Por no hablar de que este año es el centenario de Álvaro Cunqueiro, otro escritor mayor que viajó como nadie en lengua gallega y castellana por sueños y memorias, propios y ajenos, y por aquel reino de la fantasía extrema caro a lord Dunsany.
El robo del Codex Calixtinus es una historia fantástica digna de aquel Umberto Eco que leímos con pasión antes de que nos aburriera de manera soberana, al menos a mí. Hay épocas para misterios y otras en las que, como dicen en un pueblo de las orillas del Arga, donde cantan las golondrinas y etcétera: 'vienes cansao del campo y p'a hostias estás'. Rocambolesca, novelesca, peliculera... si no fuera un ejemplo extremo del expolio del patrimonio artístico que se viene perpetrando desde hace más de un siglo, y de la psicopatología del coleccionismo.
El Codex Calixtinus es en esta tierra un libro mítico, no porque la recorra el Camino de Santiago de parte a parte y por varios sitios, sino por lo que su autor dice de los navarros, de su lengua, carácter y costumbres. Siempre nos ha divertido mucho cuando nos lo han contado, porque verlo no lo hemos visto. Yo tuve un profesor de Historia del Derecho, al que recuerdo con asco indecible porque babeaba (y manejaba un cogollo de chivatos que le soplaban lo que quería oír), que recitaba con delectación las lindezas escritas por el falso Turpin o por quien fuera, me es igual, está en el Internet:
Éste es un pueblo bárbaro, distinto de todos los demás en costumbres y modo de ser, colmado de maldades, oscuro de color, de aspecto inicuo, depravado, pérfido, desleal y falso, lujurioso, borracho, en toda suerte de violencias ducho, feroz, silvestre, malvado y réprobo, impío y áspero, cruel y pendenciero, falto de cualquier virtud y diestro en todos los vicios e iniquidades; parecido en maldad a los getas y los sarracenos, y enemigos de nuestro pueblo galo en todo. (...)Comen, beben y visten puercamente (?), no con cuchara, sino con las manos, y suelen beber por un solo vaso. Si los vieras comer, los tomarías por perros o cerdos comiendo. Y si los oyeses hablar, te recordarían el ladrido de los perros, pues su lengua es completamente bárbara. (...)El hombre y la mujer navarros se muestran mutuamente sus vergüenzas mientras se calientan. También usan los navarros de las bestias en impuros ayuntamientos. [?] También besa lujuriosamente el sexo de la mujer y de la mula.
El falso Turpin también decía que los navarros utilizaban a los peregrinos como cabalgaduras, además de robarles todo lo que podían.
No logro entender cómo hay gente que se molesta con la visión que tuvo aquel viajero, si es que lo fue, del siglo XII y se toma a pecho y como un agravio esas palabras que mueven a risa más que a otra cosa.
La época en la que era tan glorioso este reynoque hasta el bárbaro rey de Yamaguchi quería hacerse navarro, vino más tarde, con el Triunfo del Amor, y de la Lealtad. Dia Grande de Navarra, escrita por 'un devoto del IlustrissimoReyno, y un gran venerador de su Virrey, y Capitan General el Excelentissimo Señor Conde de Maceda', coña pura, de la mejor leche agria, de su autor, el padre Joseph Francisco de Isla, de la Compañía de Jesús. Bendita sea esa burla que nos impide tomarnos en serio lo que no merece más que desprecio: virreyes, togados, uniformados, encapuchados, encasullados de pedrería y tufos de pederastia sacramental, rufianes de la política, ayer socialistas, hoy upenistas, mañana marcianos si a estos les da por bajar a vernos: ministerio de la eterna ventaja el suyo. Lección de dignidad la que ha dado el alavés Agirre al negarse a aceptar la lista de pedrea de cargos propuesta por EB. La baraja está marcada, hay que romperla por algún lado.
Y la época de los navarros de talonario, es decir, de los navarros que descubren lo navarros que son al ritmo en que son pagados por las instituciones navarras, en elogio de estas y de sus proyectos políticos de presente y de futuro, vino más tarde que la anterior, es de rabiosa actualidad. El dinero, además de una dulce mordaza, es como un baño lustral, como aquellas inmersiones de los poetas, vates y rapsodas en alguna poza cercana al nacimiento del río Arga para que sus aguas les despejaran lo racional y les dieran inspiración, ante de darse cuenta de que se ganaba mucho más arrimados al PSOE o a UPN luego o a los marcianos, caso de bajar estos a comprobar si es verdad que Navarra es desde hace mucho el asombro del mundo (Shakespeare). Con dinero de por medio ves lo que te manden, lo que haga falta, como diga la orden del día, a toque de cornetín de órdenes.
Otrosí digo, que al presidente Obama le preocupa mucho estos días, o hace dos y ya no, eso no sé, el deterioro que pueda sufrir la imagen de los Estados Unidos en el mundo tras la ejecución de un condenado a muerte que fue detenido y juzgado sin todas las garantías legales establecidas tanto en leyes norteamericanas como en tratados internacionales.
La imagen de un país que comete crímenes de guerra sustraídos a los tribunales internacionales de justicia, practica de forma sistemática y concienzuda la tortura, viola sin recato la soberanía nacional del país que le viene en gana, empuja a guerras de agresión a otros países -¿qué carajos hace España en Afganistán?-, es más importante que la suspensión de garantías legales que conducen en último término a privar de la vida a un hombre, mexicano, sobre el que pesa la sospecha de animadversión racista, y que dejan en entredicho su misma culpabilidad.
Siempre es bueno recordar a cuántos inocentes ha ejecutado la maquinaria judicial norteamericana.