Pues sí, como te iba diciendo, la enfermera de la cofia se me mosqueó cuando le dije que ni se le ocurriera tocarme con aquellos vulgares guantes de latex. Y no te digo cómo se puso cuando le solté de carrerilla que las vistas de la habitación eran una porquería, que en el baño no estaban las ocho toallas rosas que había solicitado en el momento del ingreso y que ya estaba tardando en traerme la carta para elegir el menú de la cena.

Sí, ya sé que no estaba en el Hilton, y que simplemente era una paciente derivada a la Clínica Universitaria, pero, a juzgar por las tarifas, lo parecía. Ya me dirán ellos por qué, si no, una resonancia magnética cuesta entre 63 y 102 euros en un centro público y casi 400 en el suyo, o por qué las prótesis de rodilla cuestan el doble. ¿Es que llevan incrustaciones de pedrería?

La Cámara de Comptos tiene razón: si el Sistema Navarro de Salud no sabe ni lo que le cuestan las cosas a él mismo, ¿cómo le va poner precio a lo que le hagan los demás? Si es que así no tiene argumentos para regatear. De todas formas, déjame que te diga, así, entre tú y yo, que me da la sensación de que regatearles los cuartos a la Universitaria no es precisamente lo que pretenden estos de UPN. Y así nos va: 20 de los 28,6 millones de euros que nos gastamos en 2009 en clínicas privadas han sido para el Opus. Yo no pongo en duda que en la CUN haya unos especialistas y unos medios materiales de primera categoría, y que su calidad esté certificada según estándares norteamericanos reconocidos internacionalmente, como dicen ellos, pero ¿qué quieres que te diga? tampoco es que en nuestros hospitales públicos estén todavía haciendo sangrías con sanguijuelas.

Mira, yo aquí sí que veo un área de posibles mejoras en eficiencia y optimización de recursos públicos, como bien diría Yolanda, que ya está bien de pasarle facturas a la Administración como quien le escribe la carta al Olentzero.