Ni Chipre, ni Italia ni España de nuevo. Yo creo que el próximo rescate, pero esta vez con los cascos azules, va a tener que ser el de Enrique Maya y toda la corporación municipal el 6 de julio en el Riau-riau.
Increíble pero cierto. Decía el señor alcalde en abril que cree que todo irá bien porque "ahora hay un buen ambiente en la ciudad y en toda la corporación", y añadía: "Hay tranquilidad y no hay crispación, por eso creo que se dan las circunstancias para que esto sea así". Es cierto que Maya no es Barcina y que una marcha a vísperas con la antigua alcaldesa podría ser una auténtica batalla campal, pero, de ahí a decir que no hay crispación va mucho. Recortes salvajes, empresas que cierran, ricos más ricos, pobres más pobres, mangoneos y pufos de guante blanco un día sí y otro también, desahucios... Recordemos que el origen del Riau-riau no es otro que el deseo y la necesidad de la ciudadanía de manifestar sus protestas frente a las autoridades. En 1914 Ignacio Baleztena y sus amigos lo hacían bailando delante de la corporación para ralentizar su paso. Cien años después vivimos en la cultura de la imagen y la gente grita y usa carteles, pancartas y banderas en sus reivindicaciones. Todo eso, precisamente, que tratan de criminalizar tachándolo, venga o no a cuento, de apología del terrorismo y de apoyo a su entorno.
¿Cómo va a ser esa marcha a vísperas que proyecta Enrique Maya? ¿Cómo será ese recorrido de escasos 500 metros? ¿Va a ver 500 policías con o sin uniforme? ¿Va a estar la Corporación protegida por aguerridos mozos pamploneses "de bien", dispuestos a hacer llegar a los concejales hasta la iglesia cueste lo que cueste?¿Acudirán todos los concejales? Los Policías Municipales y la Pamplonesa sí, porque no les queda otro remedio.
Si por el tartazo que le propinaron a la señora presidenta piden siete años de cárcel, ¿cuánto pedirán por un kalimotxo arrojado contra el alcalde? ¿No tiene todo esto un puntillo de provocación?