Por decir algo, por lo del mal de muchos, pero me temo que a ratos ni en regional preferente. Tiene de bueno que hay un ambiente de miedo. Y cantera no falta. Nos anima ver que las instituciones se aprestan a facilitar la viabilidad y estando como estamos en plena temporada de declaración de la renta, que es una declaración de amor y una final de copa, pensamos seriamente impulsar una campaña con el lema del título, con camisetas y flyers y folios en los corchos de los supermercados, lo que haga falta. Igual hasta hacemos un lipdub o un videoclip porque tenemos más tiempo que longaniza. Longaniza ya hubo, pero ataron con ella algunos canes y se la zamparon. Notarán que hay cierta ambigüedad respecto al sujeto del verbo zampar. Como no tenemos seguridad absoluta sobre la autoría de tal perpetración, la mantenemos. La ambigüedad, la longaniza ya quisiéramos.

Somos una cuadrilla nutrida. Andan por aquí unos cuantos autónomos que preferirían perder parcialmente su preciada libertad con algo más de trabajo, varias emprendedoras sin ánimo de lujo y un pelo desanimadas, pequeños y pequeñas empresarias dispuestos a tirar de la locomotora foral si diera el ancho de vía, un montón de gente bendita harta de sellar el paro y quienes trabajan doble o peor por lo mismo, personal recortado y que se sabe más recortable. Cada mañana miramos el buzón a ver si llega la carta con la cita para viabilizar.

La realidad es que sentimos los colores. Del rojo de la ira al amarillo de la envidia. La realidad, como ya sentenció Martín Monreal, se presenta llena de pes: prístina, peliaguda y predecible. Penita y pupa.

¿Qué hay que ponerse la camiseta? Nos la ponemos. Faltaría más.