a Javier Esparza Abaurrea lo estuvieron a punto de ingresar ayer en cuidados intensivos. No han pasado ni tres días desde que volviera a denunciar el infierno que vive esta comunidad, y va y, una vez más, le estalla en la cara la maldita realidad. El Nostradamus de Agoitz, el Rappel cenizo y agorero de la plaza Príncipe de Viana, anda ahora con la barba chamuscada y vinagre en las quemaduras. De la lengua, ni hablamos. Tras combinar por kilos mentol y miel milflores de momento sólo se le oye balbucear. Dicen que el yogurt hace milagros en las bocas abrasadas. Navarra ha iniciado el curso con 182 parados menos. No es para sacar mucho pecho cuando quedan otras 36.000 personas sin un sueldo que llevar a casa a fin de mes. Y mejor no ahondar en la calidad de ese empleo. Es, sin embargo, de las pocas comunidades autónomas del Estado que puede ostentar un dato positivo, aunque sea tan exiguo. No hay que alegrarse de las desgracias ajenas, pero sí compararse con los más cercanos. Y el dato cierto es que el Reino de España registraba ayer el peor septiembre laboral en una década, con 46.400 personas más sin trabajo. Con alguna excepción, entre ellas la nuestra. En un tema tan vidrioso como el empleo no es fácil repartir méritos y deméritos, ni aislar factores positivos y negativos. Lo que parece claro que aquí, al timón, hay una gente que no lo está haciendo tan mal. Incluso es bastante probable que lo esté haciendo mejor que los anteriores. Hemos pasado el ecuador de la legislatura y las oscuras profecías, aunque mil veces repetidas, siguen sin cumplirse. Ni caos, ni miseria, ni dictadura nacionalista. Javier Esparza Abaurrea se recupera, pero cuidado con la realidad, que es mucho puta. Otra más y acaba en la unidad de quemados. De Zaragoza, por supuesto.