Resulta que hoy es el día de la primavera. Y también el día del color. Y el día de los bosques. Y el día de la lucha contra el racismo. Y el día del síndrome de Down. Y desde hace unos años también el día mundial de la poesía. Esto es un aviso para la población civil y desarmada: es previsible que hoy se desinhiban los poetas: tomen sus precauciones. Hace unos días estuvo en Pamplona el editor Manuel Borrás y durante el poco rato que pude hablar con él, me dijo: “Aquí está pasando algo raro, ya hay más poetas que lectores de poesía.” Y es cierto, recuerdo haber leído un artículo en el que se hablaba de que, con cada nueva generación, está creciendo de manera alarmante el porcentaje de insensatos que aman el arte y quieren ser artistas: hacer cine, hacer música, pintar, escribir, etc. Al parecer se trata de un hecho observable a simple vista y de consecuencias todavía imprevisibles. Quizá habría que ir pensando en analizar el fenómeno para tratar de encauzarlo antes de que se convierta en un problema serio. En fin, ahí lo dejo. De todas formas, no: no se prevengan contra los poetas, lo decía en broma. Al contrario, háganles caso (aunque solo sea hoy). Los poetas no son peligrosos y ¡cómo agradecen cualquier pequeña muestra de atención! ¿Qué es un poeta, en realidad? “Un rostro soñador contra los muros del mundo”, decía Bukowski. Yo he conocido algunos y si algo tienen en común es una dificultad para acatar las consignas imperantes. Tienen tendencia a andar solos. A veces se empeñan en buscarle sentido a las cosas. Y si lo encuentran, bueno, entonces se dedican a intentar refutarlo. Son subversivos porque son los que desenmascaran. Y porque subvierten los valores y juegan con los símbolos más o menos sagrados y con todas las burdas ficciones que supuestamente identifican y definen al grupo. No hace falta que seas poeta, pero puedes ser poesía: para eso solo necesitas tener tono y un ritmo propio.