Lo dije el miércoles en Euskalerria Irratia: “Como el tiempo no mejore, la oposición va a acabar pidiendo que comparezca Uxue Barkos y dé explicaciones sobre la deriva lluviosa de la Comunidad”. Al día siguiente el PSN criticó al Gobierno Foral por su “desidia y falta de previsión” ante unas riadas que, dos días después, anegarían también ese Aragón que preside el socialista Lambán. Para entonces, UPN ya había cursado una petición de comparecencia sobre el tema. Hablamos del jueves, día 12, un momento en que todas las alarmas seguían encendidas y lo peor estaba por venir. Cuando se supone que las autoridades competentes estaban hasta el cuello para atajar el problema, el principal partido de la oposición, en vez de dejarles trabajar, les exigía que vinieran al Parlamento a darles explicaciones. Nada así recuerdo cuando, en 2015, siendo Barcina presidenta, los ríos también se salieron de madre, con un balance, por cierto, bastante peor que el de la semana pasada. Contra su costumbre, el PP foral seguía la tarde de ayer sin hincarle el diente al agua. Quizás porque lo más cuestionado de la reacción oficial a la alarma de estos días lo ha protagonizado la Comunidad Hidrográfica del Ebro, entidad estatal y dependiente por tanto del Gobierno de Rajoy. No es lo habitual: los grupos de la oposición en el Parlamento de Navarra emplean tanto tiempo en vigilarse los unos a los otros como en fiscalizar la acción de gobierno. La presentación de la menor iniciativa por parte de uno provoca de forma automática clones casi calcados por parte del resto, en feroz competencia por ver quien le saca más punta al tema más chorra, o lo enfoca de la forma más esperpénticamente sesgada. La antología del disparate parlamentario se ha visto muy enriquecida en esta legislatura. Que salga la Barkos y explique por qué volvió a llover ayer, coño.