La Justicia no es igual para todos. Ni todos somos iguales ante la Ley. En contra del credo confesional de la Constitución. La Justicia se imparte con la legislación emanada de las Cortes Generales. Los delitos de guante blanco estaban menos penados que el robo de gallinas. Solo una corrupción rampante endureció las penas. Los códigos punitivos muestran desfases con respecto a la tipificación de delitos de nuevo cuño y a los cambios en la conciencia ciudadana. Tecnología y sociedad avanzan a paso más vivo. Tampoco los procedimientos judiciales y penitenciarios obran por el mismo rasero. Ni de coña. Proceso complejo. Influyen el esmero y la pulcritud en la investigación policial e instrucción judicial, criterio de fiscalía, filiación de las acusaciones personadas, perfil de los jueces, capacidad económica para la contratación de abogado. No es cosa menor quién seas. También, estrategias políticas. Como el acercamiento de presos catalanes del procés y vascos de ETA, relacionado con entrevistas institucionales. La Manada espera en libertad sentencia firme. Los de Alsasua, en la trena y alejados. Sin olvidar la falta de medios humanos y técnicos, así como de formación para determinadas sensibilidades y para desbrozar intrincados vericuetos de fraude económico. La Justicia no siempre es merecedora de respeto. La Justicia, en expresión más contundente, se acata. Sumisión obligada al Estado de Derecho. Hoy se cumplen cuarenta años de un escarmiento policial a Pamplona en su fibra más sensible: los Sanfermines. Judicialmente impune. La desclasificación de los documentos oficiales, pendiente. Reclamada. De momento, en vano. El PSOE se sumó a PP y Ciudadanos en la comisión de Interior del Congreso para desoír la petición casi unánime de desclasificación (salvo el PPN) formulada por el Parlamento de Navarra. El PSN se había acicalado como proponente de la petición, pero el PSOE le lavó la cara. Desnudó el rostro auténtico del partido.
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