Las cosas como son: el presidente, el director general externo, la junta directiva y quienes hayan pergeñado el proceso por el cual quizá Osasuna se ponga en unos meses a la tarea de reformar de manera íntegra el viejo Sadar con el sistema de financiación diseñado por el club lo han hecho muy bien. Bien de una manera tramposa, pero bien. Y explico lo de tramposa: la decisión final de si se aprueba o no el sistema de financiación elegido, en manos de la asamblea de compromisarios, va a llegar después de que los socios hayan escogido entre un tipo de reforma u otra -la basura de la reforma parcial o la integral- y 1 de los 5 proyectos presentados de reforma integral. Todo esto ha estado circulando por las redes, los medios y la ciudad durante meses, unas fantásticas visualizaciones de cómo quedaría el campo, contrapuestas a una reforma parcial que perdía espacio y apenas suponía cambiar dos bombillas, con lo cual nadie en su sano juicio creía que pudiese salir otra opción que no fuese la reforma integral. Si te ofrecen un piso nuevo con un par de habitaciones más y te muestran cinco diseños bien bonitos y la alternativa es la casa descascarillada en la que estás y además te quitan el 80% del salón y entre una cosa y la otra solo se dobla el precio a ver quién elige lo segundo? Pues los hubo, unos cuantos cientos de socios que imagino que eligieron esa opción como símbolo de su protesta porque todo esto se haya hecho al revés de como es lógico: primero aprobar la financiación y luego elegir el tipo de reforma y el proyecto. Eso es lo ético y limpio, pero eso no hubiese metido a la asamblea de compromisarios la enorme presión que ahora tienen, con una reforma integral ya elegida y un proyecto ya elegido y miles de socios votando por ello. Ahí está la trampa. Y creo de verdad que hubiese salido lo que la directiva quería -y miles de rojillos- haciendo todo en su orden.