Hace unas semanas hubo una charla en la Biblioteca General de Navarra en la que estuvimos la también columnista de este medio Maite Pérez Larumbe y servidor hablando delante de unas cuantas y amables gentes. Estuvimos muy a gusto y una de las preguntas fue que ya que no me gustaban ni los reyes ni las reinas qué nombre en lugar del de Catalina de Foix le hubiese puesto a la avenida del Ejército. Di un nombre y al parecer a la persona que lo preguntó le sorprendió ese nombre, aunque lo agradeció. Ayer, al leer que Camino Oscoz, maestra republicana, va a dar nombre a una calle de Pamplona el nombre de esa persona en quien pensé me volvió a aparecer. Me parece maravilloso que Oscoz y muchas mujeres más tengan calles. Maravilloso. Lo celebro. Y me daría igual que la persona en la que pienso tenga una calle pequeña o grande, no es lo importante, pero creo que esta ciudad debe un reconocimiento -y rápido- a Mari Cruz Yoldi Orradre, repartidora de prensa, de 63 años, asesinada por una bomba de ETA en 1987 en la calle Cortes de Navarra. Es la única mujer asesinada por ETA en Pamplona y en Navarra y por supuesto no hago distingos con otros asesinados por ETA, ni valoro más o menos su figura, pero ya que existe un grupo llamado Nombrar Mujeres en Pamplona que fue el que propuso a Alcaldía el nombre de Oscoz, ¿por qué no pensar en el de Yoldi también? Para mí, junto con Alfredo Aguirre, representa al máximo el pasaba por allá, la desgracia y la tragedia extremas que nos tocó por coincidir en el espacio y en el tiempo con una banda de desalmados. Una persona sencilla, anónima y trabajadora como las hay a cientos de miles, que fue arrancada de la vida en nombre del pueblo. Pues el pueblo tendría que acordarse de ella, me parece. Que vengan muchas calles más como la de Camino Oscoz y que venga una en memoria de Mari Cruz Yoldi. Su ciudad le debe eso, como mínimo.