si uno mira los resultados electorales de 2011 y luego los de 2015 comprueba varias cosas que sirven para este domingo: el votante abertzale, ya vote a Geroa o a Bildu, es bastante o muy fiel, sobre todo en las citas locales. De hecho, Na-Bai logró el 15% de los votos en 2011 y Geroa el 15% también en 2015, mientras que Bildu pasó del 13% al 14%. Estos resultados pueden subir o bajar, claro, pero ambos son partidos poco dados a registrar grandes fugas de voto a otras formaciones. De igual manera, I-E parece poseer desde hace bastantes citas un electorado fiable en torno al 4-5%, una fiabilidad que sus dirigentes creen segura y que, entre otras razones, les llevaron a no buscar una coalición como a nivel nacional se formó con Podemos. Es, por tanto, en el hipotético espacio que ocupan el ala progresista del PSN y Podemos donde más se juega la batalla de ese voto que servirá seguro para continuar con el cambio si se ofrece a Podemos y que no se sabe para qué servirá si se ofrece al PSN. Una de las claves básicas del 2015 -la más básica, de hecho-, junto con la no entrada por los pelos de Ciudadanos en el Parlamento, fueron los 7 parlamentarios de Podemos y ese 13,6% de voto, por encima incluso de ese PSN con el 13,3%, un PSN que venía del 16% en 2011 y del 22% en 2007. El panorama no ha cambiado y en la medida en la que los votantes opten en menor número por el PSN o la abstención y en mayor por Podemos habrá más posibilidades de que puedan llegar a dar las cuentas, lo que por supuesto tampoco será sencillo, como no lo fue en 2015. Las declaraciones de María Chivite en torno a un gobierno de su partido o no con Navarra Suma no despejan duda alguna y son todo un ejercicio de prestidigitación verbal, así que quien no quiera a Navarra Suma o en el gobierno o detrás ya sabe qué hacer, como lo supo en 2015, cada uno con su formación elegida, por supuesto.