o de Navarra tierra de diversidad está quedando de frase hecha, para la pandemia no ha habido distingos de ninguna clase, las restricciones tanto en marzo y abril y mayo como ahora hacen una tabla rasa que a efectos de normas generales -excluyendo casos concretos- sirven lo mismo para una zona básica con una Incidencia Acumulada de 1.000 casos que para una de 150. No es igual una zona con muy pocos habitantes y una IA de 70 que una de muchos con una IA de 70, no es lo mismo meterle un 30% a un bar que alrededor tiene 20 casos en todo el episodio que a uno que tiene cientos hoy. El daño es igual para ambos, pero la lógica no es igual. No es lo mismo dejar a los niños sin deporte 15 días que dejarles también sin deporte a los que hacen deportes sin contacto físico y al aire libre. Es evidente que establecer categorías, currarse zonas e incidencias, hacer distinciones, es en primer lugar un trabajo importante y, en segundo, puede dar lugar a numerosas quejas, el clásico ¿por qué este sí y yo no?, pero para eso están los datos. Con la movilidad permitida como está ahora que haya zonas con menos restricciones que otras a efectos de prevención puede resultar una contradicción, pero es que precisamente en eso se nos ha insistido mucho: hay que convivir con esto y habrá que saber hacerlo. Pienso -me puedo equivocar de cuajo- que del mismo modo que de la desescalada se dijo que iba a ser asimétrica -no lo fue- tampoco lo pueden ser las normas generales. Poniendo siempre por delante el hecho de doblegar la curva y que baje para que luego bajen hospitalizaciones y fallecimientos, creo que hay que aceptar las diferencias. Porque las hay. Y si las hay hay que legislar en base en ellas y ser valiente y tomar decisiones y si hay zonas que están mucho mejor no castigarlas porque sí, porque “esto es de todos”. Precisamente porque esto es de todos hay que tener en cuenta a todos.