o explicaba ayer con suma precisión Julia Itoiz en estas páginas en una tribuna de opinión: "Navarra Suma no quiere la labor que estos equipos realizan en los barrios porque construyen comunidades que tienen otra personalidad distinta a la suya". Se refería a la decisión del Na+ en Pamplona de cortar la subvención a las 8 asociaciones que desde hace años y con cientos de voluntarios trabajan como equipos preventivos comunitarios de infancia, ayudando con toda clase de iniciativas a los niños y niñas de esos barrios. El tema aún debe de pasar por el pleno y el PSN se va a tener que retratar: si apoya o no una decisión caciquil que destroza una red asociativa que emana de las calles con años y años de experiencia, cientos de voluntarios y miles de beneficiados para instaurar una estructura funcionarial que emana de la administración y que parte de cero. Na+ argumenta que solo 8 barrios no cubren toda la ciudad y, entonces, lejos de buscar maneras de extender lo que ya existe a todos los barrios, se carga lo que ya hay. A Navarra Suma, a la derecha en general, jamás le han gustado las asociaciones, agrupaciones, colectivos, etc. Salvo las que tengan que ver con el empresariado, las que emanen de ciertas parroquias -ciertas, no todas- y cuatro cosillas culturales, todo lo que huela a gente que se une entre sí para ir haciendo cosas a ras de suelo y mejorar el paisanaje cercano siempre le ha dado urticaria. La naturaleza de la derecha jamás ha sido asociativa y mucho menos con asociaciones con, como dice Itoiz en un texto que recomiendo -estará en la web-, personalidades que poco o nada tienen que ver con la derecha. Y, para más inri, esta vez golpeando en las espaldas de la infancia, en unos tiempos en los que son precisamente los más desfavorecidos y de entre ellos la infancia los que más necesitan apoyo cercano, puertas abiertas conocidas y saber que hay alguien ahí.