ste verano en mi pueblo no se podía aparcar ningún día. Por delante de casa -pegada al río, metida en el monte- si hasta este año pasaban 10 personas al día este verano pasaban 100, 150, 200. La inmensa mayoría educados y respetando el espacio, pero mucha gente. En su derecho están, faltaría, yo he estado también en cientos de sitios pasando por delante de casas y seguiré haciéndolo. Pero el pueblo estaba superado. Pasaba lo mismo en el valle. Y en el valle de al lado y en el de al lado. La montaña navarra se llenó hasta las orejas. Eso está bien, si lo controlas. Hace un tiempo hubo que cerrar el nacedero del Urederra por el gentío. Este fin de semana hubo muchas voces quejándose de la tremenda afluencia de gente en Gorostapalo para ir a Xorroxin, en Eugi -habitual en octubre esto-, en Zamariain en Garaioa -la dichosa foto encima de la piedra colgante es visita obligada para fardar de ella-, en Leurza, Bertiz, etc, etc. Por supuesto, es fantástico que los navarros y navarras nos movamos por nuestra tierra y que consumamos en ella -¡ánimo hosteleros, nos tomaremos la revancha!- y tampoco soy nadie para afear que un urbanita grave que apenas ha subido de La Morea hacia arriba salvo cuando va en avión hacia Londres vaya a un monte a subirse encima de una piedra para hacerse una foto y colgarlo en Instagram, siempre y cuando no deje su coche donde le salga de los huevos. Solo creo que estaría bien que Turismo de Gobierno de Navarra y las autoridades trabajasen aún más con los entes locales para adelantarse a estos inconvenientes, ayudando a los muchas veces pequeños y sobrepasados ayuntamientos a gestionar estas cosas, que bajarán si la pandemia pasa pero que quizá en cierta medida hayan venido para quedarse, hasta cierto punto. También estaría bien habilitar más zonas de baño en ríos, etc. No sabemos qué verano tendremos, así que adelantarse un poco no estaría mal.