anfermines no es solo el periodo de tiempo que echa de menos mucha gente local y foránea para dar al frasco sin medida. Son miles y miles de personas viniendo de fuera y gastando no ya solo en la ciudad sino en lugares cercanos y no tanto de nuestra comunidad, son cientos -miles- de puestos de trabajo y de pequeños negocios hosteleros y turísticos que reciben una inyección vital para el resto del año. Por tanto, cuando se anuncia -lo hizo ayer Chivite, aunque oficialmente le tocará hacerlo al Ayuntamiento de Pamplona- que es casi imposible que en 2021 haya Sanfermines el problema número uno no es nuestra pena emocional o nuestra querencia personal, sino el impacto económico y laboral que eso tiene. Parece obvio que lo sensato es olvidarse en 2021 de fiestas multitudinarias, pero esto no impide sentir un cierto estremecimiento por todo ese notable -por amplio y por bueno, en general- campo del turismo en Navarra: bares, restaurantes, hoteles, casas rurales, hoteles rurales, hostales, albergues, campings, que están pasando un año tremebundo -en su mayoría, que todos conocemos algunos bares con terraza que gracias a esta conjunción están haciendo el agosto día tras día, de lo cual nos alegramos- que por ahora no parece tener fin, con tanta restricción tanto a la movilidad entre comunidades como a la capacidad de juntarse grupos de personas. Posiblemente sean restricciones con todo el sentido -y en Navarra por ahora quizá tengan algo que ver con que la tercera ola esté siendo leve en comparación con el resto de España, aunque quién sabe-, pero no deja de ser deprimente ver el horizonte y el día a día y no atisbar por ahora una buena noticia desde hace mucho. Por supuesto, hay que seguir ablandando el ladrillo, pero para quien esté dentro de sectores directamente atacados por este bicho cabrón, todo el ánimo. Ojalá la primavera nos dé un respiro a todos los niveles.