a tenemos aquí el placebo con el que el alcalde Maya y cía van a tratar de sustituir a San Fermín y que fue presentado a falta de casi toda la programación cultural, que es la base del asunto. La tardanza de Maya en dar por anulada la fiesta municipal llevaba adherida el deseo personal de hacerse el protagonista -la pandemia ha dejado a muchos políticos en planos de la realidad y de los medios de comunicación a años luz del que ocupaban antes, como es el caso- y a su vez se barruntaba que faltaba atar algún hueso que lanzar para tratar de compensar el vacío que se genera. Compensar alcoholismo y toros corriendo por las calles -es lo que es San Fermín, de ahí su éxito- con cultura es como taponar una fuga de agua con un chicle, pero la cultura a fin de cuentas nunca sobra y como es uno de los sectores más apaleados por esta mierda siempre es bienvenida la inversión. El tema es que el asunto ha tenido que ser presentado -se supone que por miedo a las filtraciones- mucho antes de que estén cerradas montones de actuaciones y los 1,5 millones de euros que van a costar las casi 400 acciones culturales y de ocio no se sabe muy bien en qué concretamente van a plasmarse. Habrá un gran campeonato de ajedrez, una prueba hípica y diversos escenarios a lo largo de la ciudad, pero no sabemos si nos van a traer como en Tudela al ultra de José Manuel Soto o qué va a caer, aunque miedo da el sesgo que se le da a todo incluso cuando de cultura se trata con este alcalde y su concejala de cultura, la de Pirritx eta Porrotx y otras hierbas que hasta los tribunales han tenido que afear. El caso es que Maya lleva dos ruedas de prensa esta semana para anunciar en la primera que el sol calienta y en la segunda que ¡algo habrá que hacer! Quizá la comunicación política de esta nueva década vaya por ahí vistos muchos precedentes: presentar la nada y quedarse tan ancho.