ería un idiota de primer orden si hoy mismo -o dentro de dos años- minusvalorase el caudal electoral que tiene UPN o ese jaleo que es ahora mismo Navarra Suma con Ciudadanos muriendo matando en Madrid y rogando en Pamplona que no los larguen. UPN y cualquier coalición en la que se embarque tiene un profundo arraigo en Navarra y un suelo electoral que por descendente que sea sigue siendo muy destacable. Pocas bromas con la masa de gente que le vota. Pero eso no obvia que al mismo tiempo se pueda afirmar -y no creo equivocarme mucho- que está en el momento más bajo de toda su existencia, tanto como organización como en los planos de liderazgo, capacidad de ilusionar a quien no sea de los suyos y contenido o idea de rumbo a tomar. Si la primera legislatura en el banquillo la salvaron gracias al sambenito de los vascos, las ikurriñas y el euskera y esa rabia que dan las derrotas que no te terminas de creer, en esta segunda se les está ya hasta desinflando el comodín de Bildu y hasta pareciera que la fatiga pandémica que a todos nos está afectando a ellos y ellas se los ha zampado. Algún mamoneo de Sayas en Twitter, cuatro discursos populistas de García Adanero en la Corte, dos quejas sin mucho ímpetu de Cristina Ibarrola sobre la pandemia y poco más y prácticamente nada más, con Esparza en una especie de stand by, quién sabe si reculando de la confrontación frontal con Chivite hasta hace bien poco. UPN sabe de sobra que su única manera de gobernar es hacerlo a medias o repartiendo con el PSN y el PSN, en cambio, sabe que puede hacerlo de varias maneras y que la actual es una apuesta que, con sus riesgos, satisface a un espectro de navarros tanto más grande como más variado: recoges muchas más sensibilidades. De UPN hay que fiarse bien poco, por eso esta aparente apatía es como cuando el Real Madrid no da una hasta el minuto 86. Ojo, que algo traman.