El jueves por la noche de la semana pasada un conductor positivo en alcohol y drogas se llevó por delante la vida de un joven en Pamplona. Ni 72 horas más tarde, otro conductor positivo en drogas y alcohol se llevó por delante la vida de otro joven en Otsondo. Entre medio, el sábado, fue disuelta en un polígono de Tajonar una concentración de 85 coches, que se habían reunido para realizar carreras y cosicas de cochecicos. Evidentemente, hay mucha gente que bebe y se droga que jamás coge el coche en esas condiciones, de la misma manera que hay mucha gente a la que le gustan los coches y pisarle que ni se droga ni bebe, pero sigue habiendo un subconjunto de ambas situaciones lo suficientemente amplio como para que se pueda decir sin temor a equivocarnos lo de poco pasa. Obviamente, este poco pasa es una patada en la cara de los familiares y amigos de los fallecidos y de los propios fallecidos, gente a la que se le he despachado del planeta de una manera tan idiota como cruel, pero a nivel general es una expresión cierta. Se ve en la calle, se ve día a día, se ve en las carreteras cuando te montas en un coche y te desplazas, lo ves con tus ojos en las carreteras de los alrededores de Pamplona, esos coches preparados para el reprise a los que se les pisa a tope entre semáforo y semáforo, esas putas máquinas asesinas conducidas en muchos casos por sujetos con el cerebro de un pistacho, peña que quema su ansiedad, su adrenalina, su mala hostia o simplemente su estulticia dando gas, con el beneplácito de los fabricantes mundiales de coches y de los gobiernos, que siguen permitiendo construir auténticos bólidos cuando el 99% de las carreteras del planeta penalizan ir más allá de 140, etc. Vivimos en una sociedad en la que te puedes morir de mil cosas, pero que te mate un coche sigue siendo el sumun del fracaso, por supuesto personal, pero también colectivo.