a se sabe lo de que el papel lo aguanta todo. Y los planes. Luego hay que salir a la carretera y ganar el Tour. El objetivo -o uno- de la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética es que un 50% de la energía que se consuma en Navarra dentro de 29 años -falta poco- sea renovable. Bien, el 50% de la energía no se refiere a la eléctrica, que suele andar en el 20% del gasto energético total, sino al conjunto de energías que gastamos para hacer funcionar la sociedad: electricidad, carbón, petróleo, renovables, gas, etc, etc. Está muy bien esto. El asunto es que da la sensación desde fuera que son objetivos que se ponen o se han puesto para más o menos hacernos ver a los ciudadanos que o pasamos por ese aro o seremos claros cooperadores del cambio climático. Y pasar por ese aro incluye ir tragando con la práctica totalidad de proyectos que vayan llegando en materia solar y eólica, que como tienen el apellido renovable son buena gente, van a traer el copón de empleo y son buenos para los pueblos. Pues habrá que verlo, lo de si son buenos para los pueblos. Son buenos para las empresas instaladoras, quizá para el Gobierno de Navarra, tal vez para algún concejo o valle que meta ingresos donde antes no había pero para muchos pequeños pueblos y concejos y para muchas personas individuales una a una de buenos no tienen por qué tener nada, al contrario: te arrasan tu hábitat visual, sonoro y vital. Es así de simple. Comprendo que a la mayoría de dirigentes y empresarios que son más de ciudad que una alcantarilla y que confunden medio ambiente solo con emisiones les cueste ponerse en la piel del habitante, al que se le acusará además de insolidario. Nadie le va a reconocer, claro, que lo que se consume básicamente en la gran ciudad y la gran industria quieren que lo pague él y otros paisanos a cambio de unos euros. Objetivos, chantaje emocional, euros y a arrear.
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