egún mis notas, el tope de personas hospitalizadas al mismo tiempo en la primera ola de marzo de 2020 fue de 711, 95 de ellas en UCI. En la 2ª, que coincide que es también la segunda más fuerte en cuanto a ingresos y que se desarrolló fundamentalmente en octubre y noviembre de 2020, el total máximo de pacientes con covid ingresados fue de 427, 69 de ellos en UCI. Tanto 3º como 4ª y 5ª fueron más leves, pero esta sexta, habida cuenta del enorme número de casos, amenaza con convertirse en una ola que si bien no llegue a los niveles de la primera sí que pueda alcanzar o rozar los de la segunda. El hecho de que muchos menos casos porcentualmente necesiten hospitalización no impide que, al haber tantísimo positivos, estos últimos 10 días una media de más de 25-30 personas diarias ingresen, con lo cual hemos pasado de 202 personas ingresadas el día 6 a 257 ayer, ya que afortunadamente el ritmo de altas es elevado. Ya se sabía que la semana pasada y ésta en la que nos encontramos y posiblemente hasta final de febrero van a ser semanas aún de muchos casos y eso se va a traducir en muchos ingresos, con lo cual la sensación de estar al borde del colapso no nos va a abandonar en un tiempo. La pregunta es: ¿será la última vez que nos veamos en una así, es de verdad este olón el último de este nivel de incidencia, el que dé paso a una enfermedad más pausada, espaciada y manejable? Eso es lo que todos deseamos, seguro que los primeros unos profesionales sanitarios a los que el carácter cíclico de este asunto no ha dado un respiro, pero también todo el machacado sistema sanitario, desbordado ante un virus que te llena las instalaciones y te diezma el ejército, y los propios pacientes, que vemos cómo atenciones ordinarias de otras clases se ven perjudicadas claramente por este virus. No sé si queda poco. Lo que sí queda ya poco es sensación de horizonte esperanzador.