A partir de mañana, si os fijáis, veréis por la calle, en la villavesa, en la panadería, en las oficinas, en las fábricas, en muchas escuelas? gente con una chapita blanca redonda. En unas aparece una boca dibujada y en otras una oreja. Con ellas las y los portadores lo que quieren decir es que unos están dispuestos a hablar en euskera y otros a escucharlo porque, aunque no sean capaces de responder fluidamente en esta lengua, sí pueden entender una conversación. Eso es Euskaraldia, una especie de megaejercicio práctico que se va a hacer durante 11 días en todos los rincones de Euskal Herria. La idea es, más o menos, que los que podemos no perdamos ni una sola ocasión de usar el euskera con desconocidos y también, y sobre todo, con los conocidos. Se trata de cambiar el chip llevando la chapa, para luego continuar en esa onda sin ella.

Dos son los roles principales que van a desempeñar estos días muchos euskaldunes: ahobizi (boca activa) y belarriprest (oído dispuesto), pero yo incorporaría uno más: begizoli (ojo atento), este para las personas que no tienen ni idea de euskera, por mil motivos diferentes, para que abran bien los ojos y se fijen en que detrás de cada una de esas chapas hay un vecino o vecina. Nada de simples números estadísticos, ni invasores de ningún lado. Que comprendan que existimos, que el euskera está presente en nuestra sociedad, cada vez en mayor medida, y que no hay que olvidar esto aunque no se sepa euskera. Así evitaremos cosas tan tristes como publicar un disco por el 25º aniversario del Planetario con 18 temas de autores navarros y ni uno sólo, ni una sola palabra, en euskera. Está bien mirar al cielo, pero sin olvidarnos de lo que tenemos en la Tierra.