a veces ocurren cosas que te provocan cortocircuitos neuronales. Descoloca que uno de tantos hombres que sufrió abusos sexuales continuados en los años 60 en un colegio religioso masculino como era El Puy de Estella, el que tuvo el coraje de ser el primero en denunciarlos y presidir la primera asociación local de víctimas de este tipo en todo el Estado, reciba ahora notas anónimas burdas, soeces e infantiles, como las que escribiría un chaval de 9 años sin imaginación y mal alfabetizado, acusándole de haber disfrutado con aquellas felaciones y violaciones anales. Pero quién sabe qué resortes activan la mente de ese ser humano. Descoloca que se ofrezca como una gran noticia la reducción de pena de los ocho acusados de Altsasu, un 25% menos de tiempo en prisión. Un regalo en el tercer cumpleaños de la pelea, bronca, paliza desafortunada, criticable, lamentable en el bar Koxka, tres años que llevan ya entre rejas con todo lo que supone esta privación de libertad para ellos, sus madres, padres, parejas y amigos. Para sus vidas. Con esta reducción de pena el Tribunal Supremo ha reconvenido un poco a la Audiencia Nacional al no aplicar las agravantes de discriminación ni abuso de superioridad en el delito de atentado a la autoridad. Bueno. Una mayoría social muy importante que aglutina a personas de diferentes ideologías nos hemos hartado de repetir que la Audiencia Nacional no debería haber juzgado un caso que no competía a su jurisdicción penal, sino a la justicia ordinaria navarra. Lo terrible es que aquí sí sabemos qué resortes activan a quienes juzgan como terrorismo unos hechos que no lo son y no podemos hacer nada. El otro día vi una viñeta en inglés, un chico preguntaba a una bibliotecaria

“¿Algún libro sobre democracia española?

En el estante de Ciencia Ficción”.

Es tan grande el humor británico?