¿Com estàs filla meva? Desde que he aprendido a escribir mails no te dejo en paz, ¿eh? Lo que hemos visto de Barcelona en televisión estos días nos ha dejado muy tocados a tu madre y a mí. Cómo iba a pensar yo que vería algo así en mi tierra en 2019? Y mira que desde que me casé con una vasca y me vine a Bilbao he vivido cosas aquí. Solo faltaban los tanques detrás de los antidisturbios. Ver a ese hombre con un bebé en brazos cruzando una calle en llamas me heló la sangre, más ahora que acabas de hacerme abuelo. Ten cuidado. En cuanto esto se tranquilice iremos a veros. No creas, ya hablé con tu madre sobre la posibilidad de acercarnos y sumarnos a las manifestaciones, pero al final decidimos irnos andando a Madrid. Hay tantos motivos para salir a la calle que cuesta quedarse en casa. Y eso que entre las pensiones de los dos cobramos 2.100 euros al mes, y con el piso terminado de pagar no está nada mal, pero esto no lo hacemos por nosotros. Lo hacemos por ti, y por Ona, nuestra primera nieta, que no sé si cobrará una pensión estatal o catalana, o si cobrará, simplemente, cuando le toque, en el 2084. Qué locura pensar en esa fecha, ¿verdad? Quizá para entonces ya ha ardido el planeta y da igual todo. Tranquila, no me voy a poner pesimista, estoy de celebración. No había andado 20 días seguidos desde que hice el Camino de Santiago cuando eras petita, ¿t’en recordes? He llegado muy bien, solo me dolía un poco la cadera, y tu madre ha estado fantástica, motivada y fuerte. ¡No sabes cómo ha sido pisar la Puerta del Sol el martes! Tu madre se echó a llorar, ya la conoces. Muy vasca, sí, pero no se pudo aguantar. Encontrarnos a toda esa gente que subía desde Andalucía fue bestial. Todos juntos pidiendo lo mismo. ¡Ya está bien de jugar con lo que nos hemos ganado trabajando toda la vida! Bueno, carinyo, nos vemos pronto. Cuídate.