Albores de la legislatura. El PSN incomoda ya a algunos de sus socios. Por convicciones propias y por picar en el anzuelo malicioso de Navarra Suma. La caña parlamentaria de Esparza, que maneja desabrido. La derecha colegiada trata de pescar en las alborotadas aguas electorales. También, de debilitar la cohesión del actual cuatripartito. Oposición al recurso de la sentencia del euskera, admisión a trámite de la modificación de la ley de símbolos, declaración de apoyo a la Guardia Civil, cambio de actitud con respecto a determinados actos institucionales (incluida presencia en el desfile militar de la Fiesta Nacional), insistencia en la devolución del IRPF de maternidad, condena de incidente en el chupinazo de Villava/Atarrabia. Coincidencias socialistas con Navarra Suma. Roces todavía soportables. Incluso Zabaltzen (Geroa Bai) sacó la cara en redes sociales a la corrosiva vicepresidenta Calvo (24-09) en su descrédito (“no foralista”, “no constitucionalista”) del Ejecutivo de Barkos: “Entendemos que es difícil para Carmen Calvo atender al fuego cruzado de la brunete sistémica, o al consejo barato y ‘redondo’ (Iván Redondo, asesor de Sánchez) de usar el ‘comodín populista y facha’ sobre Navarra”. Vaselina estratégica. Con reconocimiento de deslealtad a Barkos, extensiva a Chivite por parte de Zabaltzen. Sin embargo, la secretaria general del PSN-PSOE renunció a corregir públicamente a su superiora en el Comité Federal del PSOE (28-09), donde debutó como presidenta autonómica. A sacar la cara a Barkos. La función era de juegos florales en precampaña. El asunto del euskera es grave. Desde la segregadora Ley Foral del Vascuence de 1986 -con la teoría del “predominio lingüístico”-, aprobada con 29 votos (20 socialistas; 0 nacionalistas). Zonificación es contención. La cooficialidad total, coherente con el legado histórico y la igualdad, es formalmente complicada. Fobias viscerales. Excesos en las filias. El camino a ninguna parte.