El alcalde calificó de "altos" los precios del comercio local en comparación con las grandes superficies. El sector se alborotó y el primer edil se disculpó por sus "desatinadas" palabras. Para una vez que dice la verdad, rectifica con premura. Pamplona ha sido y es una ciudad cara. En su mercado inmobiliario (venta y alquiler), en hostelería y comercio, en servicios. La gestión política complicó la existencia del comercio minorista con la implantación desproporcionada de grandes superficies comerciales -auténticas ciudades cubiertas de consumo y ocio- en la periferia de la capital, y con la atracción de centros comerciales a la zona centro. Se llegó a presentar estos como dinamizadores económicos de su entorno. Lo son más bien, en todo caso, para sus propias franquicias. La situación se agrava con la compra por Internet y la entrega a domicilio. En definitiva, la influencia combinada de la ideología económica liberal y de las nuevas tecnologías. Competencia hostil.

De toros. El alcalde parece empeñado en la celebración de festejos taurinos para ayudar al sector ganadero. En cuanto se tercia, enseña la punta de la muleta para comprobar si el personal entra al trapo. Ya se ha llevado algunas embestidas abruptas. Las corridas no hacen Sanfermines y programarlas fuera de esas fechas tiene garantizado el fracaso, como algún empresario experimentó décadas atrás. Aquí, la afición taurina es mínima en comparación con la afición sanferminera, que cobija a aquella por el encierro y la merienda en juerga. UPN participó con entusiasmo en una manifestación a favor del toro que transitó por el recorrido del encierro. Sería por la carrera presionante de astados imaginarios que no se respetaron las distancias de seguridad. Menos tolerante con el feminismo en su Día. El diputado Sayas tuvo claro su paseíllo. De rojo y gualda. El alcalde desafía al pañuelo verde de la devolución al corral de la oposición. Por sus MAYAdas.