apté de pasada la confidencia: "Esta parroquia es un matacuras". El párroco aliviaba su carga mientras abría la puerta de la engalanada casa parroquial. Enumeró a su interlocutor la cantidad de oficios comprometidos para el día siguiente. San Lorenzo no es una parroquia cualquiera. Su interior guarda la imagen de La Dolorosa y la nave principal se ensancha a un costado del coro con la coqueta capilla de San Fermín, patrono de la Diócesis y copatrono de Navarra. Sin duda, un templo de referencia: una de las dos parroquias a las que acude la Corporación Municipal de gala y con todo su cortejo acompañante. Con San Saturnino, sede del patrón de la ciudad. En su día hice un programa de radio con Casados en la capilla de San Fermín y la respuesta fue muy nutrida. Iglesia también de mucho estandarte exterior y potente megafonía. Además de matacuras es matatímpanos. Esa misma tarde de desahogo confidencial, la jota a San Fermín -la de la plaza del Consejo en la procesión del 7 de julio- atronó desde la torre. Audible a cientos de metros. Con ese sonido metálico de las megafonías básicas. Compite en potencia con los ocasionales volteos de campanas. Contaminación acústica y, para los no cristianos, también contaminación mental. La capilla de San Fermín dispone de página web y de canal de YouTube, en contraste tecnológico con la percusión del badajo y el altavoz primario. Al culto habitual, la capilla de San Fermín suma las celebraciones de julio, el martirio ( 25 de septiembre) y la fiesta de las reliquias (enero). Hace poco más de una década, el párroco revistió de carácter religioso la costumbre pagana de las cenas de la escalera. Cada peldaño, su misa. Implica a colectivos. Acude el actual alcalde, a título personal. En primera fila. Así entrena para el 7 de julio. Las no fiestas, solo en lo civil. El párroco le va a montar la escalera de bajada entre julio y enero. Para enlazar con el primer peldaño. Misa a misa.