estos días en algunos bares de diferentes ciudades del mundo uno puede entrar y encontrarse una charla científica. Gente que cuenta investigaciones que realizan en ese laboratorio que está al lado, en la universidad de la ciudad, que buscan comprender un mundo complejo y cambiante y aportar soluciones que nos permitan vivir mejor. Normalmente no hablan de lo suyo fuera de ambientes académicos, aunque deberían. Porque son temas importantes y conviene que la ciudadanía sea partícipe de cómo el conocimiento científico puede cambiar el mundo. Y porque incluso en un país que invierte tan poco en investigación conviene hablar de desafíos cruciales como el calentamiento global, la transición energética, el hambre y las enfermedades, la inteligencia artificial y la nueva sociedad que estamos empezando a vivir. Todo esto tiene que ver con la ciencia, y nos afecta y nos afectará mucho más que los resultados de fútbol, de Eurovisión o de Juego de Tronos, que habitualmente llenan todo el espacio público, incluidos los bares. En el Festival Pint of Science estos días vamos a intentar cambiar un poco el tema de conversación de los bares. Por Pamplona lo venimos haciendo mes a mes desde hace siete años, de la mano del Club de Amigos de la Ciencia, presentando lo que habitualmente no cuentan las noticias ni ocupa el debate político y social. Por otro lado, la gente de ciencias descubre que hay que hablar en público, que se pueden contar cosas muy emocionantes aunque complejas en lenguaje llano, que se debe implicar a más gente en la lucha por un mundo mejor, donde además visibilizamos a las mujeres y hombres de las universidades y los centros de investigación que, día a día, trabajan sin que sepamos demasiado a qué dedican su tiempo. Esta semana podemos preguntar y enterarnos. Y siempre merece la pena.