El corellano Antonio García Malumbres acaba de hacerse cargo de la jefatura de la comisaría que la Policía Foral tiene en Elizondo. En la entrevista que el otro día publicó este periódico, afirmaba que esperaba "hacerlo bien", integrarse "en la sociedad a la que sirvo" y "prestar el mejor servicio posible", esto es, "un servicio próximo y de calidad, que llegue a todo el mundo". En consonancia con ello, el policía afirmaba haberse puesto un reto: "Ser capaz de aprender euskera", aunque a renglón seguido considerara que "es difícil, pero no imposible". Bien por el nuevo comisario. No todos los días nos encontramos con un cargo de la administración foral, y menos aún de nuestros cuerpos policiales, que reconozca algo tan obvio como que la calidad del servicio y la integración de sus miembros en la sociedad a la que sirven también se mide en parámetros lingüísticos. Yo lo diría más claramente: una Policía que ignora el idioma en el que se desenvuelve normalmente la mayoría o una buena parte de la población de su circunscripción ya parte con desventaja en el momento de empatizar con ella y lograr su complicidad, por no hablar del propio éxito de sus tareas más estrictamente policiales. Lo ve un ciego, pero en el gobierno de Chivite, en esta materia, los ciegos son de los que no quieren ver. En la comisaría de la Policía Foral de Elizondo hay 31 agentes, a los que próximamente se unirán 12 más. Contando las convocatorias actualmente en vigor, el cuerpo cuenta con 1.200 miembros en toda Navarra. Pues bien, sólo 22 plazas de foral tienen carácter bilingüe en la plantilla orgánica, el 1,8% del total, de los que 7 tienen o tendrán destino en Elizondo, el 16% de la plantilla de la comisaría. Toma servicio. Toma proximidad. Toma calidad. Quede tranquilo Antonio García. No es tan difícil. Conozco a corellanos que no solo lo hablan, sino que viven de ello. Zorte on zure eginbehar berrian.