En apenas veinte páginas -los 19 primeros capítulos de la Biblia-, Adán y Eva pecan y les echan del Edén; Caín mata a Abel (y no lo castigó matándolo, señal indudable de que Abel era tan ñoño y tan canso que Dios hizo la vista gorda); la humanidad es tan mala que Dios la ahoga casi entera con un diluvio; los hombres intentan hacer un rascacielos en Babel y Dios castiga su soberbia; y destruye también Sodoma (por sodomizar) y Gomorra (por... hacer cosas malas... ¿con gomas de borrar?). En suma, que los primeros humanos le salieron especialmente cabroncetes y él, Él, obró en consecuencia.

Por supuesto, judíos, cristianos y musulmanes, que comparten esa parte del Libro, no creen en su literalidad, salvo los más fanáticos -creacionistas se llaman en el caso de los cristianos, y en Estados Unidos son legión-. Por eso, cuando la nueva peli de Noé ha creado polémica (seguro que en buena parte provocada por la Paramount, para petarlo en las taquillas) nos ha sorprendido que el director Darren Aronofsky, tan rompedor en Pi y en Réquiem por un sueño, la haya querido zanjar así: "Salvo por alguna licencia artística, nos atenemos a la historia". ¿A la historia?

El diluvio universal ha sido siempre el grano en el culo de los creacionistas, por muchos motivos. Entre otros: el agua en la Tierra -sólida, líquida o gaseosa- ha sido casi constante en los últimos cientos de miles de años. Ni puede surgir a lo bestia de la nada ni retirarse a no se sabe dónde. Lo sentimos por Waterworld, la peli de Kevin Costner, pero si los polos se derritieran, el nivel del agua solo subiría 70 u 80 metros (en Waterworld sube más de 8.000, y en la Biblia el arca encalla en el monte Ararat, de 5.165 metros de altitud).

Es divertido leer los argumentos delirantes del autollamado creacionismo científico, empeñado en demostrar que es posible que la Biblia sea literal. Merecen mucho más respeto (por coherentes con su creencia en un Dios milagroso) quienes simplemente dicen: Dios creó la lluvia del diluvio y Dios la hizo desaparecer. Y a la ciencia y a los ateos, que les den.