los mitos eróticos también cumplen años, aunque no pasan de moda. Al menos para toda una generación que ya ha superado con creces el medio siglo de vida. La gran Brigitte Bardot acaba de estrenar ochenta tacos. Aquella actriz desinhibida y con cara de inocencia que volvía locos a los jóvenes -y a los no tanto- de los sesenta llega con todo su esplendoroso encanto a las ocho décadas. Ha dejado atrás, lógicamente, el irresistible y sexy candor de sus mejores tiempos, pero su porte sigue encandilando y su mirada sigue manteniendo este sutil toque irresistible. La voluptuosa Sofía Loren, otro de los iconos sexuales del pasado siglo, también acaba de entrar en el club de divas octogenarias. Sus ojos, su boca y su porte poderoso y desafiante siguen embelesando a miles de tifossi aunque la ley de la gravedad le afecte como a todos los mortales. Pero no todo ha sido pulsión física. Ambas han sido grandes estrellas del papel couché y del celuloide y atesoran decenas de películas en su filmografía, muchas de ellas entre las más recordadas de la anterior centuria. Y en un mundo, el de entonces, predominantemente machista, pusieron en valor el irrefrenable papel protagonista de las mujeres en el séptimo arte y su estrella rutilante en el universo cinematográfico. Incluso fueron más allá de la categoría de divas. La primera fue singular embajadora de Francia, a la que llegó a aportar “más divisas que la Renault”, en palabras de un orgulloso presidente De Gaulle. La segunda, fiel reflejo de la exhuberancia latina, ha sido la principal imagen de la marca Italia en todo el mundo, al mismo nivel de símbolos como la pizza o los Ferrari. Los mitos de ahora, muchas veces creados artificialmente gracias a la efervescencia incontenida de las nuevas tecnologías y las redes sociales, son más efímeros. Han perdido el encanto de la sugerencia y se han entregado en manos de un hiperrealismo que la mayoría de las veces raya en la chabacanería. Y seguro que no llegan a ingresar en el club de las octogenarias de porte y tronío como BB y SL.