con la incuestionable legitimidad de los votos, más al haberse depositado en el marco de una elección abierta a los simpatizantes -nótese que incluso la derrotada Acedo obtuvo más sufragios que afiliados tiene el partido-, María Chivite será la próxima cabeza de cartel del PSN en unos comicios de 2015 a los que arribará también como secretaria general. Pues tan obvio resulta que a la organización no le conviene otra inmediata cuita interna tras las tensiones recién vividas como que la ganadora debiera afanarse por sumar dentro para reforzar su 58,5% de apoyo como candidata. Puertas afuera, Chivite asume el formidable reto de hacerse escuchar entre todas las siglas que reivindican sin complejos la alternativa que siempre procuraron, para lo que deberá subir el tono a favor del cambio con la convicción de quien, en efecto, ha aprendido de los errores pretéritos de las direcciones de las que formó parte. Flagrantes equivocaciones estratégicas que han llevado al PSN a romper consecutivamente su suelo electoral en autonómicas (51.200 votos), generales (72.600) y europeas (31.000). Ante semejante legado, a Chivite solo le queda ser ella misma, confiar en su instinto y en los próximos que no le susurren únicamente loas y obviedades, anticipándose -para en la medida de lo posible evitarlos- a dos escenarios perfectamente factibles de mediar una debacle en las urnas: que la suma de UPN-PP más un debilitado PSN alcance los 26 escaños y Ferraz vuelva a apostar por sostener al regionalismo en el poder, aun sin Barcina como presidenta; o que el socialismo ni sea necesario para el cambio porque entre EH Bildu, Geroa Bai, I-E y Podemos consigan la mayoría absoluta. Propulsada por los aparatos del PSN y del PSOE en su meteórico ascenso -aunque sin menoscabo de sus propios méritos-, Chivite inicia una odisea digna del Ulises de Homero porque, incluso acertando y dado el deterioro de la marca, bien podría quedar calcinada a solo ocho meses vista. Salud, suerte y tino pues para esta joven cirbonera consagrada a la titánica empresa de intentar redimir al PSN de la decadencia política y del creciente desdén ciudadano.